Yerim, una chica inocente que trabaja en una cafetería llamada Brown Side, un día llega una nueva empleada llamada Wendy. Estas chicas comenzaran una amistad muy fuerte, la que poco a poco se desvanece para convertirse en amor.
Paso la puerta, dejando entrar al reluciente sol detrás de ella, junto a un dulce perfume discreto. Se acerco y, haciendo una reverencia, se presento como Wendy.
Respondí con el mismo gesto -Kim Yerim -Dije con seguridad.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El tiempo transcurría; ambas ágiles a cada instante de lo pedido, sirviendo a nuevas caras que van por el ambiente calmado, olores nuevos y, por supuesto, sabores acogedores.
Aquella calidez atrapaba el sentido de cualquiera que pasara por el lugar, eso significaba clientela; igual a más pedidos, lo cual generaba más propina; más pedidos, más comida con olores; un ciclo totalmente vicioso.
-Hay pocos clientes, vayamos a comer algo.
Aquella voz interrumpió a una casi perdida Wendy y, sin dar tiempo a responder, tomó dos cafés y un par de brownies, dirigiéndose a una mesa cercana, provocando que Wendy la siguiera en la misma dirección.
Yerim repartió su parte a la novata, para después iniciar la charla.
-¿Qué edad tienes? -Preguntó amigable.
-Cumplí los 26 hace unos meses -Dijo después tomando un sorbo del café.
-¡¿Enserio?! -Dijo exaltada su contraria -Yo tengo 19. ¡Pero dios, te ves muy joven!
Tras ver la expresión de sorpresa en cara de su compañera, la novata soltó una pequeña risa -Mira a ese chico, el del suéter negro, a unas tres mesas a tu derecha -Dijo la novata deslizando sus ojos hacia esa dirección, y recorriendo el aspecto de aquel que decía ver.
Yerim quedó un poco confundida por la extroversión de la nueva, pero le siguió el juego -¿Tendrá cuadros?
-Lo dudo, pero esta muy bien de atrás -Respondió con naturalidad su compañera.
Al escuchar esas palabras, la más joven enrojecido de timidez, y rió bajo.
-Oh, vamos, no seas tímida -Dijo la novata.
-No estoy acostumbrada a hablar de esos temas, por más pequeños que sean... -Contesto aún enrojecida.
Después de un rato, los clientes aumentaron en número, haciendo que ambas jóvenes regresarán al trabajo.
Los pedidos se abrieron paso entre la calma que antes reinaba, cada vez existía más movimiento en aquella tarde, más sudor y más calor, parecía un horno allá dentro, hasta que oscureció y comenzó a llover.
-Con esta lluvia no podré llegar bien a casa, además de que estoy fatigada hasta el alma -Quejó la más joven.
-Ya es casi hora de cerrar, sería bueno que nos quedemos aquí hasta que la lluvia cese -Respondió Wendy, mientras que la veterana terminaba de adecentar la última mesa.
Minutos después, ambas jóvenes se sentaron en una de las mesas del centro, esperando pacientes al término de la lluvia.
-No parece que esta lluvia termine pronto -Dijo mirando con desilusión la más joven a través de la ventana.
