Tierra de la abundancia

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"Han pasado varios días desde que vi a mi madre por ultima vez, aunque para ser sincero... No es que la viera tan seguido"

Todo empezó aquella noche, eran las 4 de la madrugada, la lluvia torrencial resonaba fuera de las cuatro paredes de la habitación, un relámpago repentino espantaba su apenas venidero sueño, seguido del sonoro trueno que hacia retumbar las ventanas hasta el punto en el que llegó a creer que reventarían en mil pedazos, se levanto hacia la cocina por un vaso de agua, aunque la verdad se levantó para calmar las ansias que carcomían su mente, no se podia mantener quieto, había algo que lo incomodaba, sabía que algo estaba mal. Tomó un vaso de vidrio de la alacena, lo había comprado por internet, era un buen vaso para lo barato que le salió, rió en su mente unos segundos.....
Un relámpago hizo que soltara el vaso, cayendo y quebrándose en mil pedazos.

-Ciertamente mi suerte va de mal en peor...

Miró el reloj de madera de caoba que había recibido la navidad pasada, la realidad es que desentonaba con el ambiente del pequeño departamento.

-Ya sabes lo que dicen...... Quien madruga.... Dios....¿Dios?

No tardaría mucho en amanecer, al menos no como para dormir lo poco de noche que quedaba, buscó una escoba y un recogedor y se agachó para limpiar el desastre del vaso.

-¡MIERDA! -dijo mientras de sus dedos escurrían gotas de sangre espesa y roja, casi negra-
¡Estúpido, estúpido, estúpido! ¡¿Para que están las malditas luces?!

Mientras presionaba su mano para evitar que el sangrado siguiera busco el interruptor de la luz, el cual al presionar no hizo absolutamente nada.

-Ciertamente mi suerte va de mal en peor.

La respuesta más lógica para la inutilidad del apagador sería la tormenta eléctrica que justo fuera de su pequeño apartamento liberaba su furia y energía.
Una de las peores en los últimos 20 años decían los periódicos y las noticieros; abandonar el centro de la ciudad, acudir a los refugios a las orillas de esta, guardar y llevar consigo papeles y alimentos primordiales.

-Patrañas- dijo con firmeza mientras de un cajón sacaba una venda y la enrollaba en su mano- esto no es más que una lluvia cualquiera.... Lluvia............. cualquiera... - susurró, esta vez para convencerse a si mismo.

Última gota Donde viven las historias. Descúbrelo ahora