La obscuridad comenzaba a arrasar con todo, vaciando las calles y apagando las mentes, solo algunas almas solitarias salían de su escondite. Entre tantas ciudades, pueblos, calles y edificios se encontraba ella, la chica de los ojos claros, que contemplando el paisaje lleno de luces sus ojos amenazaban con llorar, al igual que las nubes sobre ella; al caer la primera oleada de gotas y golpear contra la tierra, en el instante en que el olor a tierra mojada llegó a sus fosas nasales, no soportó más y lloró, como lo estuvo haciendo cada noche lluviosa y como lo estaría haciendo el resto de su vida.
Ahí estaba, en la ventana, como todos los días lo hacía sin falta. Sacó la cajetilla de cigarros junto con el encendedor de su abrigo, la impaciencia de sentir el humo pasar por su garganta volvía a sus manos torpes, hasta que al fin logró encenderlo, inmediatamente lo colocó entre sus labios e inhaló, mantuvo el humo un rato dentro de ella para después sacarlo, sintiendo así, sus problemas y preocupaciones irse junto a él, sintió un gran alivio, un alivio momentáneo.
Para Sophie es inevitable recordar el pasado cuando la lluvia se acerca, pareciera algo programado, no puede evitarse.
Ganaron la lucha gracias a los sacrificios, si no fuese por la muerte de Alex nada hubiera cambiado, la gente estaba agradecida, él era su héroe. Sin embargo, para Sophie nunca volvió a salir el sol, no quería que saliera si no era con él.
YOU ARE READING
Memorias en abandono
Science FictionTodo marchaba bien, pero aquel día comenzaron a ocurrir cosas extrañas, hasta el punto de dudar de mi existencia.