Capítulo 7.

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—Te dije que nos meteríamos en problemas—explico el chico mientras ayudaba a la morena a movilizarse con la silla

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—Te dije que nos meteríamos en problemas—explico el chico mientras ayudaba a la morena a movilizarse con la silla.

—No nos metimos en problemas, básicamente el chico del piano solos nos dijo "eso está prohibido" pero no fue nada más. El nuevo Simón no rompe muchas reglas—comento la chica, eso hizo que Simon la mirase con ojos acusadores aunque ella no estuviese mirándolo.

—Yo pienso que algunas reglas se hicieron para romperse, tocar el piano de un obra de teatro es una de ellas. Fue una gran presentación, no sabía que ambos cantaban y menos que lo hacían tan bien. Yo canto y los ángeles se apartan de mi—comento Bibí riendo. A la menor de los Abbruzzi, como a Milena, le había causado mucha gracia toda, en especial el hecho de que al finalizar la canción el pianista se molestara. Simon no creía que aquello fuera para menos, teniendo en cuenta que había tocado sin permiso alguno, pero para las dos chicas eso era lo más normal del mundo.

Y aunque Simon lo disfrutase, porque lo hizo. Seguía avergonzado por la situación.

—Deberían empezar a hacerlo más seguido—siguió Bibi lanzando apreciaciones al aire. Tanto Milena como Simon pararon y la miraron—. ¿Qué? Solo digo, tiene una buena conexión en escena, además, sin ánimo de ofender si alguno tiene pareja, lucen increíble juntos—termino la chica. Él no lo aceptaría en voz alta, pero sí que lo pensaba y mucho, sin embargo todo pensamiento fue acabado en cuanto Milena empezó a reír.

— ¿Simon y yo? De los catorce años que llevamos conociéndonos, este es el primero en el cual podemos tener una conversación sin pelear y eso dice demasiado—dijo. Se hizo un silencio molesto al principio pero de algún modo necesario y tranquilo.

Caminaron un rato más por el lugar, las luces adornaban la ciudad. Simón amaba nueva york, había pasado horas cuando era un niño pequeño investigando sobre la ciudad, había leído sobre lo mágico de la gran manzana en libros y la había hecho de alguna manera suya. Cuando la conoció, la amo, por eso siempre disfrutaba de venir a verla.

Había conocido muchas ciudades, muchos países y había creado experiencias maravillosas por el mundo. No lo conocía todo, pero lo que conocía de él le gustaba. Sin embargo, su corazón siempre volvía a la ciudad que nunca duerme, era su favorita. Y por alguna razón le recordaba a su antiguo yo, al Simon que se burlaba incluso de los problemas, lo extraño un poco entonces.

—¡Oh un cajero! —Exclamo Bibi— ¡Ya vuelvo chicos!

Por alguna razón, en la cabeza de Simon, aquello fue una excusa para salir del silencio en el que se encontraba. No se lo agradeció, ni se lo agradecería porque aunque había muchas personas caminando al lado de ambos y de un lado para otros, el silencio entre ambos seguía igual.

—Lo siento. No se supone que debo recordarte tu pasado.

—Mi...

—No, déjame hablar—Milena se movió con fuerza y Simon entendió aquello y la soltó. Esta se dio la vuelta en la silla de ruedas para verlo—. Hay algo que no dije—tomo una larga respiración antes de volver a hablar—. Y es que, extraño mucho al Simón que peleaba conmigo.

ARRIÉSGATE CONMIGO | LIBRO #3 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora