C r e e r

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Tal vez la esperanza regresó a mí cuando NamJoon hizo esa "escena" de celos la noche anterior, tal vez yo sólo estaba buscando algo para aferrarme a mis creencias, porque yo no creía que mi relación estaba terminada, quería creer que sólo era un tropiezo.

Pero cuando Namjoon se negó a besarme, juro que jamás había sentido tanto dolor.

Cuando desperté y bajé a la cocina lo encontré ahí, preparándose un café... Yo siempre le hacía su café, era mi especialidad. Vestía uno de sus trajes satinados, esos que le hacían ver imponente, sabio, yo no me pude resistir.

Sin decir nada entré, estaba desorientado ¿Por qué aún seguía aquí? ¿No debería estar con Jimin?
Mi mente solo gritaba una cosa: Aún me amaba, por eso se quedó esa noche, por eso estaba en la cocina y yo sólo esperaba que me contara el por qué iba tan elegante al trabajo.
Lo que yo ignoraba es que también era su casa, que la mayoría de sus cosas seguían ahí, que todo lo que necesitaba estaba ahí, obviamente, quitándome de la lista.

No supe cómo es que me acerqué tanto a pesar de notar su ceño fruncido. Yo no quería apartar la vista de sus ojos tan juveniles apesar del tiempo. Sus manos firmes se pusieron sobre mis hombros y sin tacto me alejó de él.

No dije nada, tenía un nudo en la garganta, tan sólo baje la mirada y casi salí corriendo de ahí.
Huí de la casa lo más pronto posible, me sentía avergonzado ¿Cómo era posible? Mi propio esposo me había rechazado. ¿Que tenía Jimin que yo no?

El camino hacia mi trabajo fue pesado, mis manos temblaban y mi vista se ponía borrosa de vez en cuando.
Entré a la cafetería, varios de mis compañeros ya estaban arreglando para abrir.

—¿Por qué tan tarde, SeokJin?

—Lo siento —me disculpé y sin esperar respuesta entré a la parte trasera, donde casi nadie podía verme. Necesitaba tranquilizarme.


Entonces lo ví... Estaba en la mitad de mi turno cuando noté su presencia en una de las mesas. Vestía de una manera tan elegante y fresca.
Fisicamente era hermoso y mi estómago se revolvió de envidia.
Lo reconocí inmediatamente, su rostro jamás se fue de mi cabeza.
Quise darme la vuelta, entrar a la cocina y esconderme ahí hasta que se fuese.

—SeokJin ¿Podrías atender la mesa cinco? Jaehyung aún no llega y necesitamos manos —pidió mi compañero de trabajo.

No dije nada, con las manos rígidas tomé una pequeña libreta y un bolígrafo... Me paré frente a él.
Los ojos de Jimin se abrieron grandes al reconocerme y sus mejillas se tornaron rojas. Claro que sabía quién era, me había visto tantas veces en las celebraciones de la oficina donde NamJoon trabajaba.

Sabía que no había razón lógica, pero me sentía ofendido, humillado. Lo último que quería era atender al amante de mi marido.

Aclaré mi garganta.

—Buenos días ¿Qué ordenaras?

Jimin intentó hablar, pero sólo podía mirarme con el rostro cada vez más colorado y notablemente tenso. Supongo que él tampoco estaba disfrutando mucho la situacion.

—Un té de manzanilla, carne de res, sopa de verduras y una manzana verde, por favor —evitó el contacto visual.

—Sólo tenemos manzanas rojas

—Bueno, una manzana roja está bien, gracias —bajó la mirada nuevamente.

Me dí la vuelta para ir con el cocinero y darle la orden. Para ese entonces mi pecho ya ardía, las lágrimas quemaban mi garganta y mi piel picaba.

Fue cuando entendí el por qué NamJoon me dejaba. Yo no podía competir contra tal hombre. Su existencia era más grande que la mía, transmitía tantas cosas que en ese momento comprendí el por qué mi esposo había caído ante sus pies.
Yo no tenía nada que ofrecerle, por el contrario Jimin sí, era más joven que yo, se arreglaba más que yo, ganaba más que yo, me superaba.

Y también comprendí que mi época de oro se había ido.

Ahora Es Tuyo [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora