Arhtur ha vivido y cazado cerca de una cueva misteriosa por años, pero no la había descubierto antes. En la aldea de Kraf, exactamente en esta cueva, existe un antiguo portal con el poder de transportar a las personas a otro mundo. Él es el jefe de este lugar y quien cuida de todos y cada uno de los miembros de este pueblo. Se dispone a salir a cazar junto con dos de sus amigos. Mientras tanto la tierra ha iniciado su camino hacia la destrucción. El fin de su mundo se acerca. Aunque sobrevivir aquí no es fácil, todos los habitantes quieren mucho su hogar y disfrutan de su vida en este lugar.
Arthur toma, como ya es costumbre cuando sale a cazar, su lanza de punta enorme. Chifla a sus amigos desde lo alto de su casa, los apresura para así poder ir pronto por su presa del día y así volver pronto con el botín. Se despide de Akia, su esposa, y antes de partir le dice al oído lo mucho que la quiere. Marco, el amigo más cercano de Arthur, es el primero en llegar; luego Luca y por último Pier, el más grande de todos, con su metro cincuenta de estatura. Así, una vez que todos están listos, parten hacia su lugar de caza.
Al llegar al acantilado deciden esperar a que su presa aparezca. Esperan y esperan; pasan más de dos horas y su presa aún no se avista. Deciden ir a buscarla y, para su sorpresa, a pocos pasos de ahí se encuentran con un solitario venado; un solitario y jugoso venado. Inician la emboscada y Luca es el primero en atacar al animal. La idea es que vaya hacia donde está Pier quien,gracias a su estatura, resulta indetectable. Este arroja un hachazo, pero falla y el venado escapa. Arthur sale corriendo tras él, -No lo puedo perder- menciona, pues de esa presa depende la subsistencia de su pueblo, ya que el alimento empieza a escasear. Corre tras su objetivo pero no lo encuentra.
Tras correr para alcanzar a su presa se detiene y frente a él hay una cueva que parece llamarlo, escucha una voz que susurra su nombre. Al ingresar en ella, una serie de glifos están plasmados en la pared. Pero justo en ese momento Luca lo llama dándole la buena noticia de que atraparon al animal. Arthur sale de la cueva. Al caer la tarde su esposa lo ve llegar con el venado sobre sus hombros. Después de todo la caza fue fructífera.
Ya la noche ha cubierto el cielo y Arthur está en casa descansando junto a su esposa, pero no puede dejar de pensar en lo que sucedió esa tarde. Recuerda la cueva y sabe que ahí hay algo; está lo llamó, de eso está más que seguro. Piensa detenidamente, por veinte segundos, y sin más titubeos decide ponerse en pie. De manera muy sigilosa levanta las cobijas hechas de piel de mamut y emprende el camino de regreso a aquella cueva misteriosa. Una vez en el lugar, donde se supone debería estar la cueva, busca por todas partes con su mirada de cazador y como si de localizar a una presa se tratara, revisa centímetro a centímetro la pared pero no encuentra la cueva que le había llamado. Está más que sorprendido. Seguro que la cueva debería estar ahí, pero es muy extraño porque al caer la noche, solo ha desaparecido. Desconcertado decide pasar lo que resta de la fría madrugada ahí, después de todo, la piel de mamut lo cubrirá del frío.
Se quedó dormido. Al amanecer los rayos del sol lo despiertan y, para su sorpresa, al abrir sus ojos la cueva está justo ahí, frente a él. Arthur se levantan rápidamente y muy entusiasmado se dirige hacia su interior. Dentro de esta, las inscripciones que el día anterior no eran ilegibles, ahora se entienden perfectamente. En la pared rezaba lo siguiente: "un mundo te espera del otro lado de este lugar". Justo al momento de terminar de pronunciar la última palabra se abre un portal, un círculo rojo frente a sus ojos. En un parpadeo atravesaría el sendero. Sin saber lo que pasaba, Arthur sentía cómo su cuerpo se estremecía en el espacio, era un dolor terrible, pero ya no había vuelta atrás. Estaba cruzando el portal y lo último que miró fue un gran destello de luz blanca que segó sus ojos.
Una vez que la luz cegadora le permitió ver, Arthur de la nada, se encontraba rodeado de unos especímenes muy extraños. Sus pieles eran azules y tenían membranas en las manos y pies. Se percató de que una sustancia del mismo color lo envolvía y envolvía todo el lugar. Era como si estuviera dentro del océano y por alguna extraña razón podía respirar. Pero su color de piel lo delataba, era diferente a los demás.
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Arthur y la cueva de Kraf
FantasyArthur es un hombre aparentemente normal en un planeta normal. Él ha vivido en su pequeña aldea llamada Kraf desde que tiene memoria. Corre el año 3.038 y su pueblo y todo el planeta están a punto de estrellarse con el sol. Un día, cazando cerc...