"La noche se hacía más oscura a medida que aquel fuego aumentaba crepitando. Era un lugar único y solitario, apartado de todo, dónde solamente una cálida llama efervescente ardía en aquella vieja chimenea revelando las siluetas de dos personas sucumbidas bajo un hechizo de miradas y deseos. Miradas que cada vez eran más intensas y provocaban el efecto de un imán que hacía atraer sus rostros.
Era un lugar tan único que hasta el mismo silencio suspiraba por tener aquel instante entre ambos. Bajo aquella cabaña, en una zona montañosa se escondían dos deseos tan intensos que solamente ellos marcaban sus límites.
Permanecían sentados sobre aquella alfombra cálida de piel suave, calentada por aquel fuego palpaban su pasión sucumbidos por sus inquietudes. Las siluetas se dibujaban refugiadas en las paredes de aquella cabaña, aquel instante manifestaba claramente cómo sus rostros se iban acercando e intimando cada vez más sumergidos bajo aquellas miradas hablando sin palabras.
Sofía sentía cómo sus varoniles labios carnosos, húmedos de deseo y ardientes llegaban muy suavemente hasta su boca, mientras sus ojos se cerraban ansiosos por dejarse llevar, y sentir aquel momento único y especial que hacía que su cuerpo se estremeciera suspirando por todas aquellas sensaciones. La piel de Sofía se erizaba a cada contacto con el cuerpo y lengua de Adam, y cada movimiento conjunto de sus cuerpos se exaltaban de placer. Una caricia, una mirada, un deseo, un beso... todos sus sentidos permanecían dispuestos a disfrutar de aquella noche mágica, y la sensibilidad de cada uno de ellos aumentaba sin control alguno.
Adam deslizaba sus manos, y las yemas de sus dedos resbalaban muy suavemente por toda su piel alterada, sentía como si la noche fuera deteniéndose, permitiéndole disfrutar de cada una de sus caricias sobre su cuerpo ansioso por dejarse llevar. Sofía sentía aquel excitante y leve roce en su cuello bajaba atravesando sin medida su espalda, mientras era acompañado de unos besos sutiles que apenas bajo aquel fuego se podían apreciar. Todo sucedía con mucha fluidez, las manos de Sofía deseaban unirse aquel morboso y apasionante juego, poco a poco comenzó a acariciar su torso, se encontraba desnudo y ella rozaba su piel con calma, sus dedos fueron palpando aquellos músculos firmes con sutileza. Ella continuaba acariciándolo con movimientos suaves, sus manos comenzaron a recorrer su piel mimando con deseo sus vigorosos brazos de abajo hacia arriba, deteniéndose en sus hombros dónde con sus delicados labios dejó entrever el deseo deleitándose con su aroma varonil y aquel bello erizado.
Él se encontraba desatado, sus pupilas cambiaron a un tono más cobrizo mostrándole todas sus intenciones, estaba deseando sentir y volver a rozar su piel, ahora sus manos nos podían detenerse anhelando explorar todo su ser prologando sus caricias con la mayor exquisitez. El cuerpo de Sofía permanecía desnudo, Adam bajaba muy lentamente deteniéndose en sus pechos erguidos, los saboreaba con calma pegándole pequeños mordiscos en sus pezones excitados. Poco a poco fue descendiendo sus labios ardientes hasta su ombligo, recorría toda su piel con movimientos lentos unidos a un sin fin de besos suaves. Las manos de Adam continuaban acariciándole, explorando su espalda con leves cosquillas, y poco a poco se fue aproximando con destreza hasta su cuello. Entre susurros le provocaba a Sofía un cosquilleo increíble al escuchar sus fantasías de aquella voz grave tan arrebatadora. Adam, de nuevo fue con sus manos jugando de un modo lascivo en sus pezones, con aquellos leves pellizcos lograba endurecer la punta con mucha destreza hasta escucharla jadear sin control. De repente, frenó sus oscilaciones y volvió a clavar sus penetrantes ojos en su rostro desbocado por el placer, y ahora decidió otra vez ascender lentamente hasta su cuello, las caricias se hacían cada vez más intensas, las miradas cada vez más lujuriosas, los suspiros y los gemidos entre ambos se exageraban con cada movimiento y acción.
A medida que el reloj de la pared avanzaba hasta la hora de las brujas todo se hacía más sensual entre ellos.
Sofía continuaba tumbada en aquella suave y cálida alfombra de piel, con su cuerpo semidesnudo, dispuesta para él, sintiendo un tórrido deseo a probar todo lo que su mirada oscura había soñado durante aquellas noches desiertas de compañía. Adam se abalanzó sobre ella fundiéndose el uno con el otro, sus caricias continuaban haciéndole sentir sobre su piel un sutil y maravilloso placer, mientras lentamente las deslizaba hasta conseguir que su cintura se contoneara al ritmo de su boca y lengua. Él comenzó a explorar por encima de su ropa interior, entre sus costuras empapadas frenaba sus acometidas exhalando su aroma más íntimo, Adam no paraba de rozarle con su nariz y labios por la zona de sus encajes y descubría su excitación humedeciendo su boca. Él enseguida notó cómo su cuerpo se estremecía y decidió detenerse en ella, Sofía suspiraba entre gemidos a través de su aliento, la boca y dedos de Adam eran capaces de llevarla hasta extremos inimaginables desembocando en un excitante orgasmo palpitando bajo su ropa interior.
Sofía era capaz de sentir cómo la boca de Adam besaba lentamente su cálida, húmeda y sugerente ropa interior de encaje, una prenda que ella había escogido a propósito para aquella noche mágica llena de erotismo. Él continuaba con sus dedos entrelazándose bajo sus bragas, apreciando con delicadeza su clítoris bañado en su flujo. Ella, mientras contemplaba frágilmente aquella acción, desbocada al placer extremo sentía como su ferviente mirada masculina no se apartaba de la suya ni un instante. El cuerpo de Sofía continuaba estremecido, los orgasmos seguían el impulso de sus latidos acelerados en aquella maravillosa y mágica noche en la que ambos yacían envueltos desatando el deseo y lujuria más puro y sincero. Sofía se encontraba envuelta en un placer cómo jamás lo había sentido, y rápidamente se intensificaba su afán forjando sus manos entrelazadas por sus dedos sobre aquel cabello negro como el azabache.
Ella quería demostrándole su apetito sexual enredando su melena sobre su pelvis indicándole su deseo porque no parase en sus acometidas en su sexo una y otra vez. Adam permanecía entre sus muslos, aquel lugar íntimo y erógeno que ardía de placer y deseo con cada leve roce de su lengua. Sofía continuaba muy excitada y de sus labios resecos se escapaban suaves gemidos con cada caricia que sentía en su clítoris. Los morbosos chillidos llenaban e interrumpían en aquella habitación inundada por la excitante fragancia a sexo y el sonido de sus jadeos desenfrenados.
Adam repetía sus acometidas una y otra vez, sus dos dedos exploraban abriéndose paso entre sus labios vaginales, se introducían lentamente dentro de ella hasta llegar a ese lugar inexplorado por el resto de los hombres. Los gritos de Sofía iban acompañados por gemidos y palabras obscenas manifestando su deseo que aumentaba sin censura. Ella cerraba sus ojos, inclinaba su torso y notaba su cabello por las puntas rozándole en la espalda, Adam la observaba sonriéndole con picardía de reojo, le encantaba verla tan liberada disfrutando de aquel instante. Sofía consiguió que él desease todavía mucho más detenerse en su piel, aquella postura tan sugerente le provocaba un desatado apetito por ella como jamás lo había vivido con ninguna otra mujer.
El reloj seguía con su función y la llama de aquel fuego se iba consumiendo lentamente, Adam con sus manos muy despacio la fue guiando con cautela hasta la parte superior de la cabaña. Ambos se encontraban en la habitación más grande de la casa, y permanecían tumbados sobre aquella enorme cama con sábanas cálidas dando rienda suelta a toda su imaginación. Los ojos de Sofía se encontraban entornados, podían notar como su boca iba quitándole lentamente la ropa interior, la arrastraba por sus muslos y la deslizaba con suavidad perdiéndose por sus rodillas hasta caer al suelo. Ahora Adam tenía en su poder aquella prenda tan cálida y húmeda con la cual estaba dispuesto a atar sus muñecas muy suavemente. Sofía continuaba boca arriba, permanecía inmóvil y encadenada, poco a poco fue notando cómo Adam se abalanzaba sobre ella dejándose sentir aquel vigor de su sexo duro rozándole su coño. Ella se sentía atrapada en aquella excitación abandonándose a su merced, su cuerpo y mente se evadía por momentos y sólo deseaba dejarse llevar y sentir aquel placer ilimitado.,
La noche oscurecía a medida que sus pasiones aumentaban bajo aquella cabaña situada en medio de la "nada". Esa mezcla de gemidos y ardidos deseos entre los dos no hacían más que extender el calor de aquellas paredes de madera. Sofía sentía su piel ardiente cómo la poseía, cómo se agarraba y le hacía tener más y más orgasmos prolongados. Su cuerpo y sexo se encontraban tan ardientes y excitados que todo llegaba de una forma natural, cada gesto y movimiento lo sentían de un modo jamás vivido antes. Sofía continuaba atada por sus manos, sin poder moverlas, Adam la miraba sonriéndole de un modo travieso demostrándole que era suya. Ahora su cintura se fue acercando más a ella y empezó a sentir cómo de un modo suave y sin apenas esfuerzo debido al placer que sentía la penetraba muy despacio. Sofía sentía los movimientos de sus nalgas a través de sus embestidas y era inevitable dejar escapar sus suspiros más profundos, aquella leve agitación en su piel subía más la temperatura, ella notaba las manos de Adam recorriendo todo su cuerpo al compás de sus labios y lengua jugando por todo su cuello. Él continuaba besándola apasionadamente, y ahora su boca fue bajando hasta sus pechos duros, Sofía continuaba regodeándose mientras se relamía sus labios degustando otra vez aquel elixir, de su boca fluía aquel sabor y ella apreciaba muy excitada lo dulce que era su sexo. El cúmulo de acciones aumentaba su intensidad y con cada embestida que ejercía sobre ella la excitación arrojaba los jadeos entre ambos de un modo más enérgico y desatado.
Adam apretaba más su cuerpo al de Sofía, con cada beso y caricia por su espalda conquistaba su respiración, él continuaba sujetando con fuerza sus nalgas con ambas manos con cada nueva acometida, el ritmo se había vuelto frenético y aquella acción conseguía desearla mucho más. Las manos de Sofía continuaban atadas por su ropa interior, permanecían intactas rozando sus costuras de encaje las muñecas. Aquel placer tan extremo logró que su deseo por liberarse fuese a más, Sofía estaba deseando tocarlo y acariciarlo por toda su piel, quería con todas sus fuerzas sujetar aquel cuerpo de dios griego y hacerlo suyo.
Sofía quería "escaparse" y con mucha sutileza al fin consiguió desatarse las manos. Bajo el hechizo de tanto deseo y lujuria deseaba sentirse poderosa en aquel lugar capaz de evadirse de cualquier otro pensamiento, haciendo que ese momento fuera único y especial atrapando aquel hombre que tanto placer le estaba provocando.
El tiempo pasaba veloz a medida que sus acciones y deseos iban avanzando. Las manos de Sofía ahora recorrían su espalda con dulces caricias, por momentos se transformaban en intensas a medida que sus dedos apretaban fuertemente sobre tu piel y sus labios la besaban jugando con su lengua. En cada uno de aquellos abrazos fuertes e intensos se dejaba ver el deseo de Sofía por continuar sintiendo su pene dentro de ella con aquellas embestidas, Adam percutía en su piel con movimientos suaves y lentos, y en un primer momento fue dotando sus acometidas con un ritmo más acelerado, llegando al punto dónde sólo se escuchaba el sonido de dos cuerpos chocando con aquellos golpes de placer. La mezcla de gemidos, palabras y secretos que solamente durante aquella noche serian cómplices de aquel instante.
La noche se acabó sintiendo la eyaculación de Adam recorriendo todo el sexo de Sofía, ella permanecía abrazada a él mientras su aliento se desvanecía sobre su cabello, él continuaba pletórico, exhausto se dejó caer sobre su piel sintiendo sus pechos firmes rozando su cuerpo transpirando aturdido por el sudor de ambos. Llegó el amanecer bajo aquella cabaña, de repente comenzaron a entrar los delicados rayos de sol por aquella ventana vieja de madera, y solamente se vislumbraban dos siluetas abrazadas, desnudas, extenuadas y complacidas en todas sus facetas. Ahora sólo quedaba esas pupilas llenas de sinceridad, la satisfacción y ternura que con sólo mirar a los ojos el uno del otro dejaba todo lo demás a un lado y no importaba nada. Eran dos cuerpos llenos por aquel momento que quedará para siempre...lleno de recuerdos, placer y deseo dónde lo prohibido y anhelado se unía a lo más querido y amado ..."
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"Arde el deseo"
Short Story"Cuando todo se desvanece,cuando todo cobra más importancia,cuando el deseo y la excitacion se mezclan con la pasión y la sinceridad llega el instante entre dos almas gemelas ocultas en su escondite dando rienda suelta a todas sus fantasías".