El cuerpo de Bruno se funde con la silla de la sala de espera y sus ojos se fijan en el número 317 de la puerta de la habitación.
Lleva ahí alrededor de cuatro horas y todavía no tiene noticias de su novio. Se debate entre esperar pacíficamente los resultados de la operación o amenazar de muerte al primer cirujano que se cruce en la clínica.
Nunca se destacó por ser una persona honesta o confiable, excepto que estuviese con su novio. Con él, su vida tomaba un rumbo diferente. Solía esquivar todo aquello que incluyera a más de una persona en el ambiente. Hasta que lo conoció a él.
Ahora su vida corría peligro y lo último que quería era separarse de la única persona que le brindó amor y cambiaba la percepción del mundo en el que vivía.
Con las manos en el porta papeles y la sonrisa instalada en su cara, salió el cirujano de turno de la habitación donde se encontraba su amor. Solo dos palabras fueron suficientes para que sus piernas corrieran a la puerta.
Allí, con una sonrisa y los ojos entrecerrados, Iván lo esperaba con los brazos abiertos. No tenía el mejor aspecto, pero aún así, era perfecto ante sus ojos. Había estado en esa habitación por los últimos cuatro meses y lo único que quería era que las quimioterapias terminaran rápido. No pensaba en el dolor que le causaba ese proceso físicamente. Pensaba en el tiempo que él y su novio tenían que pasar separados.
El cáncer lo atacó de pequeño, pero no se demostraron síntomas hasta que cumplió los diecisiete años. Comenzó a perder cabello y a tener problemas al caminar. Además del andador y la silla de ruedas, Bruno era su único motor.
Ahora lo abrazaba, ahora lo sentía. Después de las largas noches de cirugías y las interminables mañanas de recuperación, podía abrasarlo de nuevo. Iván tenía miedo de no poder salir de esa habitación. No le importó no poder caminar, tampoco se preocupó cuando, luego de cada quimioterapia, le faltaba cabello. Se enfocó en ver, aunque sea una vez más, a Bruno.
No saben que les pasará luego pero tampoco le ponen atención. Se concentran en ellos, en su relación, en que si Iván sale con vida, Bruno también lo hará. Al fin y al cabo, solo necesitan el uno al otro para sentirse vivos.