DIEZ

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Bucky:

La noche caía ante nosotros y el ambiente se tornaba alegre y fiestera. Ya todos se encontraban bebiendo y riendo en armonía.

Eso sonó estúpido.

Bebí de mi vaso y dejé de observar a mi alrededor para fijarme en mi vaso como si fuera el objeto más valioso del mundo.

—Bueno, para ser un festejo, no te veo motivado —habló alguien a mis espaldas.

—La ocasión no lo requiere —hablé alzando mi vista encontrándome con Steve.

—¿Cuando lo requiere la ocasión? Aquí se festeja hasta por si acaso.

Le di la razón dando un asentimiento con mi cabeza y bebiendo de mi vaso.

—¿Ya no... estás con Wanda? —preguntó.

Negué con la cabeza.

—Nunca lo estuve.

—Mhm, a mi parecer, fue lo mejor para ambos. Sé que debes satisfacer tus necesidades, pero creo que no era la forma...

—¿Esperar hasta el matrimonio lo es? Vamos Steve; ¡estamos en el siglo veintiuno! —le exclamé y él alzó los brazos—. Además ella también era consciente de lo que estábamos haciendo y no se quejó; Wanda lo dio por terminado hace unos días.

Palmeó mi hombro.

—Fue lo mejor para ambos, creeme.

Lo miré y me encogi de hombros.

—Me daba igual —contesté con simpleza.

Steve cerró los ojos con una mueca.

—Bueno —palmeó mi hombro derecho—, sólo trata de disfrutar un poco, ¿si?

Asentí.

—Te veo al rato. Si es que te encuentro.

Y se perdió entre los demás.

Con mi mirada pude ubicar a Skira quien se encontraba apoyada en el tronco de un árbol mientras observaba a los demás. Debía asumir que ella era linda y grandiosa, después de lo que ocurrió en la competencia de canoas y como gracias a sus dotes, ganamos.

De pronto su mirada se encontró con la mía y mostró una sonrisa de lado. Le correspondi el gesto y la invité, con un movimiento de cabeza a que se acercara hasta mi.

Ella no tardó tantos segundos en estar a mi lado.

—¿Aburrido, brazo de metal? —inquirió con un tono divertido en su voz.

—No tanto como lo estás tú —le reproche.

—Supongo que las fiestas no son lo mío —bebió de su vaso, y continuó—: O tal vez si, pero ésta fiesta está aburrida.

Me encogi de hombros.

—¿Quieres ir a otro lugar? Me debes una charla de tus poderes —le expliqué.

Ella me miró fijamente y movió su cabeza accediendo ante ello.

—Pues, vamos.

[...]

Nos encontrábamos apartados de donde estaban festejando los demás. A nuestro alrededor habían unos cuántos árboles y algunas luces colgaban de éstos brindando claridad. Habían troncos en los cuales nos permitieron sentarnos mirando a la laguna que era iluminada por la luz de la luna.

—Dime. Cuando estés lista; claro que si no quieres decírmelo, tranquila. No te voy a obligar —hablé.

—Bien. No, no es eso. Es sólo que jamás le había contado esto a nadie más que mis amigos —me respondió.

—Descuida.

Soltó un suspiro y miró hacia el lago.

—Bueno, pues, descubrí estos "poderes" hace mucho tiempo atrás. Exactamente, no sé como es posible que los posea. No es algo que se vea todos los días.

—Creeme, estar en éste campamento no es algo que se vea todos los días —respondí divertido.

Rió de ello.

—Tengo los poderes de una estrella; más bien soy como una estrella —explicó mirándome.

—¿A qué te refieres? —pregunté confundido.

—Lo que escuchaste: tengo poderes de una estrella —volvió a decir—. Cuando hicimos la carrera de canoas, e hice que aceleraramos, fue mi poder. La energía de un estrella. Y también, cuando alguien trata de dañarme, es imposible que logre hacerme un rasguño; de alguna manera u otra, tengo una barrera que logra protegerme. Aunque eso no quiere decir que si encuentran lo que me debilita, no me dañe.

Quedé sorprendido con sus habilidades y su poder.

—Eso suena genial —comenté.

Ella sonrió.

—Si. Lo es, no voy a mentir. Pero temo encontrar algo que realmente me lastime —dijo bajando su castaña mirada.

—Hey —la llamé, y ella subió su mirada a la mía—. Todos tenemos debilidades. Pero cuando nos esforzamos por superarla, eso nos hace fuertes. Pasé un tiempo siendo controlado por Hydra, y hasta el día de hoy, mi debilidad es ir a dormir. Las recurrentes pesadillas no me dejan dormir, por el sólo hecho de que el soldado del invierno vuelva y se apodere de mi.

—¿Te mantienen mucho despierto? —preguntó con tono preocupado.

Me encogi de hombros.

—Ya estoy acostumbrado.

Por un momento me quedé observando fijamente sus ojos castaños y eran encantadores.

—Siento que puedo confiar en ti, de alguna manera u otra —le confieso con una ladeada sonrisa.

Ella me devolvió una cálida sonrisa.

—Puedes confiar en mi, Bucky, si me dejas confiar en ti —contestó.

—Claro que puedes.

Dirigió su mano hasta mi mejilla y al notar su acción, tuvo intención de alejarla, pero la detuve posando mi mano sobre la suya y manteniéndola ahí.

En ningún momento rompimos contacto visual.

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