Introducción: Demian.

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La calle estaba llena de hojas de color pálido, un gris que parecía haber consumido toda la felicidad del mundo.

Hojas que caían de los arboles con el viento de otoño, aquellas hojas pasaban frente a mis ojos, lentamente, como si del tiempo se burlaran.

Como si a pesar de ser su final, supieran que han vivido mejor que cualquiera, mejor que yo.
Comencé a caminar por esa calle, tan larga como mis sueños, tan gris como mi vida, tan triste como mi existencia.

Había cientos de edificios, a los cuales se les comenzaba a descarapelar la pintura, pintura que a pesar de ser de colores fuertes, parecía haber muerto, tantas casas, tantas tiendas, tantos locales de comida rápida, un parque vacío, abandonado, no había un solo niño que quisiera jugar en él; una juguetería vacía, solo tenía una pequeña muñeca de trapo sentada frente el aparador, mirando al suelo, dando la impresión de que perdió lo que más quería.

Una fuerte ráfaga de aire llevo algo de polvo a mis ojos, me cubrí inmediatamente, cuando paso de ser una ventisca a una pequeña brisa, me descubrí.

Una persona de color pálido, ojos miel y cabello café claro, se encontraba frente a mí, mirándome a los ojos.

Pronuncio unas palabras, tan levemente, que me resulto muy difícil entender.

Lo dijo una segunda vez, mientras se le quebraba la voz y unas pequeñas lágrimas se escurrían de sus ojos.

“Amir, ayúdame por favor”

Su voz era tan suave, no era grave ni aguda, en cambio parecía ser muy delicada y melancólica, tanto que al escucharla, mi corazón se encogió y lleno de tristeza en un segundo.

Sus palabras resonaron en mi mente, como si de una grabación se tratara, no lograba escuchar nada más.

Esas pocas palabras hicieron que mi mundo diera un vuelco, que pareciera una tortura, como si mil espinas de esa hermosa flor, que dicen llevan el amor consigo, tratara de matarme.

Y a pesar del dolor, mi cuerpo permanecía inmóvil, como una estatua que espera su destrucción.

Una rosa apareció entre nosotros dos, haciendo mayor la distancia, en un segundo su rojo opaco se volvió aún más intenso, como si de sangre se tratara, todo en la calle comenzó a
desvanecerse en el aire, como si aquella insignificante planta se tragara todo.

Aquel chico estiro su brazo izquierdo, dejando a la vista una marca, una media luna que parecía sostener un reloj, cada número tenía un símbolo diferente, tres de ellos eran negros y se expandían por su brazo como espinas que se aferraban a él, los demás símbolos eran rojos como la misma rosa que había terminado de tragarse todo.

En ese instante, otro símbolo se pintó negro y se extendió por el brazo.

El chico quien había permanecido en silencio ante el caos, seco sus lágrimas y hablo nuevamente.

-No llores, Amir, todo está bien – no me había percatado de las lágrimas en mis mejillas pero no me importo, porque su voz, esta vez tan cálida me dio calma – Amir, búscame nuevamente en tus sueños, te necesito, para eso has nacido, por eso estamos unidos, vuelve Amir. – Hablo aquel chico señalando mi brazo izquierdo.

En ese instante la misma marca de su brazo apareció en el mío, y el comenzó a desaparecer, como si fuera polvo y el aire se lo llevara, aquella marca quemaba mientras más de él desaparecía.

-¡Espera! - Musite en voz baja por el dolor - ¿Quién eres? ¿Qué quieres?

-Tú me conoces muy bien, me llamo Demian, solo quiero tu ayuda, ya que eres el único que puede hacerlo, vuelve por favor… - Dijo mientras su voz se apagaba y desaparecía por completo.

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⏰ Última actualización: Jul 04, 2018 ⏰

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