029. Nico: Triste.

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Porque sus demonios no lo dejaban en paz,

Estoy sentada sobre él, mis piernas están completamente separadas. Sus mirada pesa sobre mi cuerpo desnudo y su respiración es frenética mientras siente las yemas de sus dedos tocarme lentamente, yo sujeto las muñecas de sus manos, obligándolas a alejarse un poco cada vez que me toca demasiado.

Lo miro a los ojos, esos ojos tan tristes y solitarios cuando es de día, y tan tristes y apasionados cuando es de noche.

La luz del sol no se filtra en el bosque donde siempre se esconde y, aunque sé que él considera muy peligroso reunirnos durante el día, llegué por su espalda por lo que no supo evitarme.

Esta con los ojos tristes y la ropa puesta mientras me mira sobre él, y siente como muevo lentamente mis caderas para rozarme con la tela de unos viejos jeans que tiene puestos.

Tomo sus manos y las dejo sobre mis muslos, mientras llevo mis propias manos a mis pechos. Froto mis pezones y lo miro a los ojos, mientras sus manos aprietan mis piernas.

-Estás triste,- Le digo, sin dejar de frotarme sobre su muslo izquierdo, sin dejar de tocar mis pechos, sin romper el contacto visual,- Dejame hacerte feliz.

Apoyó las manos en la tierra fría, cuando me recuesto sobre él, y besó su cuello tenso susurrando palabras suaves.

-Cass...-Su voz delata el éxtasis, la emoción, la excitación y todo lo demás que siente conmigo allí,- Cassandra, yo...

-Dejame hacernos felices, Nico,- Llevo las manos al cierre de su pantalón, donde su erección es obvia,- Sólo quiero que seas feliz.

-o-

Granada | Fruta Prohibida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora