Los meses pasan rápido, entre atender mesas y exposiciones de Claire. Matilde ha decido estudiar en la Universidad de Julliard, aceptando la beca que se le ofreció tiempo atrás. Fue una sorpresa que aun estuviesen interesados en ella. Sabe que no será fácil pero ya es tiempo de hacerlo, desde que se graduó de la secundaria no sabía que haría de su vida, y tenía dos becas por aceptar, se decidió por Columbia, pero su corazón y manos decían: Julliard. Pero claro no le iba a dar ese gusto a su padre, igualmente, como había dicho Brigeth, era “Su Don” no el de su padre. Ese mismo día telefoneo a su madre y le contó con toda honestidad qué pasaba en la vida de su hija mayor y la señora Gallagher estaba inmensamente feliz que su hija siguiera sus verdaderos sueños.
-Siempre anhele que volvieras a tocar- su madre llora al otro lado de la línea.
-Lo siento- responde Matilde en un hilo de voz.
-No, está bien. ¿Es una noticia que puedo dar?- pregunta.
-Claro mamá- contesta y luego de un tiempo cuelga, con mucha satisfacción.
El verano llegó y la cafetería no estaba tan frecuentada como en el inverno. Una mañana mientras ella le servía café a un anciano que tenía la costumbre de beber su taza todos los días en ese mismo café bohemio, suena la campana de la entrada que anuncia que un cliente ha llegado. Matilde le sonríe al anciano con boina francesa de color negro y mira de reojo hacia el otro cliente que debe atender, sus ojos se maravillan. Viena ha venido hasta Nueva York, Viena ha venido hasta ella y ha traído al turista que más esperaba desde hace unos meses, y le sorprende que su corazón lata tan fuerte por un chico que le derramo café en su abrigo francés una tarde de diciembre.
Matteo la mira con gran agrado y alegría, además de sentirse tranquilo junto a ella.
Matilde corre hacia su encuentro, abrazándose, ambos tienen mucho qué contarse y Mateo tiene mucha tonadas interpretadas por Matilde que debe escuchar.
…Fin