Bajé del aeroplano lo más rápido que pude, cada segundo parecían minutos, y cada minuto parecían días. Después de tanto tiempo intercambiando masivas cantidades de mensajes, te tendría frente a mi por primera vez. Sentí un nudo en el estómago debido a los nervios no hay manera de describir la cantidad de emociones y pensamientos que pasaban por mi mente.
Caminé apresurada por los pasillos de ese gigante aeropuerto con las manos temblando.
Una vez respondidas las preguntas de protocolo corrí Buscándote aún teniendo la maleta EB la mano. En ese momento estaba tan emocionada que... ¿cuántas veces no había visto videos de encuentros entre amigas de internet?
Con la maleta en una mano y tu regalo en la otra...¡¿qué tan grande es este aeropuerto?!
Entonces distinguir a lo lejos tu silueta, a pesar de no haberte visto nunca sabía que eras tú. Estabas de espaldas viendo a los lados notoriamente desesperada, para después darte la vuelta. Nuestras miradas se cruzaron por unos segundos antes de que mis ojos se cristalizaran.
Con velocidad te deshiciste de los ahora metros que nos separaban. Sonreí y llamé tu nombre emprendiendo camino a sostenerte entre mis brazos.
La calidez de tu cuerpo se fusionó con la mía, entre sollozos y frases de felicidad sentí mi corazón detenerse por un momento. Te solté unos segundos para ver tu cara, estabas hermosa, como siempre lo había imaginado. Eras la mujer más hermosa que había visto.
Me regalaste una sonrisa que sólo podía ver en mis sueños pero ahí estabas, te devolví la sonrisa con la felicidad desbordándose por mis ojos.
Volví a tomarte entre mis brazos susurrando un “No quiero soltarte nunca más”, sentí como te tensabas, claramente aguantabas las lágrimas. Besé tu frente y te entregué el regalo.
De nuevo esa anhelada sonrisa se hizo presente. Nunca más querría estar lejos de ti.
