Capítulo dos

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...

El sol se ocultaba cada vez más mientras que la noche se hacía presente. Una suave brisa también aparecía junto a la misma, creando un ambiente muy relajante en el exterior.

Yoongi tomaba una taza de café como todas las tardes antes de anochecer completamente, para él era reconfortante hacer esto, y levantaba sus ánimos en caso de sentirse cansado o decaído. Lo que más le gustaba de todo era vertir el agua caliente hasta el borde y ver cómo se formaba una deliciosa espuma arriba.

— Nada mejor que tomar una taza de café por la tarde — dijo antes de tomar nuevamente aquella bebida caliente que le causaba una sensación fascinante a sus papilas gustativas.

Su casa era el lugar más tranquilo que podía existir, a veces el silencio se tornaba molesto, pero para Yoongi eso no era un problema en lo absoluto porque ya estaba acostumbrado, además, a él le gustaba la tranquilidad. Otro punto a su favor es que no había nadie que lo molestara, ni siquiera tenía vecinos ruidosos, y era algo de lo que estaba completamente agradecido. Porque siendo sincero, sabía que si tenía vecinos poniendo música a todo volumen o cualquier cosa que le disgustara, su paciencia se iba a ir por el drenaje y no le molestaría ir y armar una discusión.

Como sea, ya no debía seguir perdiendo más tiempo, así que, una vez que terminó de beber todo su café, se levantó de su asiento y fue a lavar su taza para después guardarla y así no tener que lavar una pila gigante de tazas más tarde. Ya tenía suficientes en la mesa pero le causaba pereza lavarlas todas.

Se estaba sintiendo arrepentido de haber aceptado el trato de su mejor amigo, en estos instantes, hubiera preferido recostarse en su cama a mirar la televisión o dormir en vez de entrar a la casa de una persona que murió hace varios años. Lo único que lo seguía motivando a hacerlo, era que luego de eso, podría liberarse completamente de cualquier tema relacionado con los fantasmas por siempre.

Tomó su celular del bolsillo de su campera y revisó la hora, lo llevaría para hablar con Hoseok de cualquier cosa que llegara a suceder en la casa del "fantasma". Aunque ya tenía en claro que solamente perdería su valioso tiempo.

— Supongo que ya debería salir... no quiero irme demasiado tarde de aquí — guardó el móvil en su bolsillo nuevamente y buscó las llaves para abrir la puerta, usualmente, la dejaba cerrada para que nadie pudiera entrar, por su seguridad y porque sus padres le exigían hacerlo siempre que estuviera solo en la casa. Después de todo, apenas tenía 16 años.

Estaba acostumbrado, sabía cuidarse solo y hacer las tareas, tanto su madre como su padre llevaban una vida bastante ocupada, regresaban muy tarde, y Yoongi no tuvo otra alternativa más que aprender a vivir como un adulto. Mas su personalidad era la de un joven adolescente que deseaba dormir todo el día y no hacer nada.

No lo admitía de manera abierta, pero por dentro, los extrañaba mucho.

Salió y volvió a cerrar la puerta con llave por supuesto. Guardó las llaves en el bolsillo donde no tenía su celular y se fue hacia la dirección que le había dado Hoseok a paso de tortuga, lo bueno era que el lugar no se encontraba tan lejos, por lo que no tendría que caminar un montón de cuadras. Ya era suficiente esfuerzo irse a una casa abandonada donde desperdiciaría dos horas de su vida cuando podría estar en la comodidad de su hogar.

Pudo sentir una pequeña brisa acariciar su piel, el clima estaba agradable, y eso era genial porque no le gustaba salir cuando hacía mucho frío. Sus manos se congelaban y su nariz se enrojecía al instante, lo que en él se apreciaba demasiado por ser bastante pálido.

Continuó caminando al mismo tiempo que tarareaba una dulce melodía aleatoria, su voz era lo único que se escuchaba por esos lugares, y parecía todo muy callado... hasta que una segunda voz a lo lejos rompió el silencio que se presenciaba allí mismo, se volteó para ver de quién se trataba.

¡Los fantasmas no existen! [KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora