Estaba en mi departamento, el mismo que compartía con mi gran mejor amiga, Kim Jisoo. Ella era una cantante reconocida en todo Corea del Sur como en el mundo, yo tampoco me quedaba atrás, ya que también era una cantante como ella. Cada vez que estabamos en el aeropuerto de Incheon, los flashes de las cámaras de cientos de fans no dejaban de cegarnos.
Nuestra relación de amistad podría decirse que llevaba varios años, varios meses, días y segundos.
Desde que tengo memoria, siempre quise proteger a Jisoo, desde que somos pequeñas, desde que ella fue mi vecina y primera compañera en la escuela elemental*. Yo cuidaba que nadie la molestará con su físico, pues ella era algo rellenita, y sabía que habían chicos malos que trataban de hacerle daño.
Siempre que ella me necesitara estaría allí.
Pero no pude protegerla del todo.
Un día mis padres llegaron a casa con una supuesta buena noticia, solo para ellos, pues no se trataba nada más ni nada menos que mudarnos a otro país, mudarnos a Australia donde pasaría unos 4 años alejada de mi mejor amiga.
Cuando se lo conté a ella, me sentí muy mal al ver unas preciosas lágrimas caer de a poco atravesando su piel blanca de porcelana, me sentía muy culpable a pesar de que la culpa fuera por asuntos de trabajo de mi familia. Ella lo entendió y mostró una sonrisa de la cual no estuve segura si era una verdadera sonrisa o una falsa. Aún así la abracé con todas mis fuerzas, quería seguir manteniendo contacto con ella y le pedí desde los telefonos de sus padres hasta el de su correo electrónico, ella me los dio.
Un semana antes de mi partida, pasamos muchos más momentos hermosos, desde salidas al cine, a Hongdae donde podíamos a mucha gente bailar y entrar a distintos lugares para comer, fuimos a un festival de Kpop, nos sacamos fotos en las cabinas donde ponías dinero, todo sin parar de sonreír, pude jurar que comencé a sentir mariposas en mi estomago con tan solo ver a Jisoo.
Y por eso mismo, el día que tuve que dejar Seúl, vi a Jisoo con lágrimas que trataba de ocultar, la rodeé con mis brazos en un cálido abrazo. Ese día nunca lo iba a poder olvidar, su pelo largo y oscuro, la forma infantil que lo había arreglado y lo hermosa que se veía en un largo abrigo negro. Le regalé un collar que le recordaría nuestra amistad, un collar para ambas, que tenía un corazón, quizás ese collar significaría amistad para ella, pero para mi significaría algo más, el prometer que volvería hacia ella y esta vez no me alejaría más, el prometer que regresaría a amarla más y el prometer que sería yo quién la protegería del daño de todos los demás.
Traté de despedirme con una sonrisa, pero ella no dejaba de llorar mientras también trataba de sonreir, y lo entendía. Ambas estaríamos separadas por 4 largos años, yo en el extranjero mientras que ella tendría que seguir aguantando las cosas malas que mi país tenía. Pero sabía que ella sería fuerte y sobrellevaría los problemas con o sin mí. Creí en ello con certeza, y volví a mirar los ojos de mi Jisoo. Tan brillantes, más brillantes que las estrellas. Corrí a abrazarla una vez más y a susurrarle en el oído un "Regresaré por ti, Jichu" y murmurrar algo que supe que nunca ella podría haber escuchado.