¡Maraton! 1/?
Capitulo trece.
Es sábado por la tarde y aún estoy preguntándome qué coño he venido a hacer en la habitación de Justin. Dejo salir aire por la boca y analizo detenidamente el ambiente. Su lugar. Aquí es donde viene, se encierra y se masturba pensando en algún culo bonito que vio en la escuela. Aquí ha traído a sus amigas, aquí ha follado y quién sabe qué otra hazaña del mismo tipo. El solo hecho de imaginarme aquellas escenas hace que mi piel se erice por completo. Vaya mierda, ahora es mi turno.
Su habitación está adornada por dos posters gigantes de chicas Playboy, cada uno en una pared diferente, vestidas diminutamente con una tanga delgada y con encaje. Mis ojos se centran en ella. Por Dios, que asco, este tiene que ser el verdadero infierno. Mientras todos mis sentidos están puestos en la decoración llamativa de la habitación de Justin, la puerta se abre tras de mí.
- Vaya, eres puntual. – Me volteo cuando su voz retumba en mis oídos. Y está ahí. Con los ojos puestos en mí y con una sonrisa que emana sexo duro y libre. Jamás lo había visto así, en parte, es cómo si la situación le hiciera gracia. – Eso me gusta. – Se gira y cierra la puerta después de haber entrado lo suficiente. El sonido de la puerta me hace saltar, joder, quiero salir corriendo.
- ¿Sabes? He estado pensando… - le digo, clavando la mirada en el piso. Quiero vomitar y llorar, tal vez lo mejor es qué no esté aquí.
- ¿En qué? – Puedo ver por el reflejo que se ha apoyado en la pared que está junto a la puerta.
- Mejor... Creo – Pauso, tengo un nudo en la garganta. – Debería irme. - Suelto de una vez y comienzo a mover mi cabeza de arriba abajo. Esto no es una buena idea.
- Pero tenemos un trato ¿lo olvidas? Que sepas que a la única persona que le va a convenir esto es a ti. Además, estar en mi cuarto el sábado era cerrar el trato, ya no puedes irte. – Subo la mirada y choco con la suya. Atento, me está mirando fijamente y con aire autoritario, insistente pero a la misma vez bastante sensual. Vuelvo a bajarla, me da vergüenza, y luego recordé que tengo prohibido mirarlo. – Vamos __________, follar no es nada del otro mundo. – Se encoge de hombre mostrando serenidad.
Dímelo a mí. El mensaje de sus palabras me hace recordar la peor noche de toda mi vida.
- Es por Mathew. – susurro, no sé porque lo dije, sé que ése argumento le va a molestar. Y no me equivoco.
- Me cago en Mathew ¿vale? – gruñe irritado. Su mandíbula está tensa y de pronto se ha convertido en ese Justin cabreado que casi siempre reina en él. Y la verdad no entiendo porque lo detesta tanto, por un segundo pensé que era por mí, pero es demasiado estúpido.
Dejo salir aire de nuevo y me lo pienso dos veces. Entre la espada y la pared. Entre tener sexo con este tipo, o vivir el resto de mi vida como una jodida marginada en la escuela. Pero lo pienso una vez más antes de decir “sí”. Y pienso en él, en Mathew. No me perdonaría esto de ninguna forma, como sé que yo tampoco lo haría si él me hiciera esta mierda con otra chica. Entonces tal vez empiezo a entrar en razón, pero algo en mi mente me hace cambiar radicalmente la dirección de mis pensamientos: Mathew no tiene por qué enterarse.
Esto lo hago por él, no lo haría por ninguna otra razón.
- Vale. – Cierro los ojos con fuerza, frustrada por lo que acaba de salir de mis labios. Al abrir los ojos, un Justin completamente diferente me está mirando. No es el Justin gruñón, hijo de puta o mujeriego. Es un Justin con una sonrisa pequeña que cubre sus labios, apenas puedo verla, pero el hecho de hacerlo hace que trague saliva.
Mi interior se tensa fugazmente al ver sus ojos y el matiz de estos. Se han oscurecido notablemente y solo entonces me doy cuenta del mensaje que trasmiten. En serio quiero salir corriendo.