Mientras que el aire en aquel comedor se llenaba del delicioso olor de la comida que preparaba mi madre yo me quedaba sentado en la mesa, esperando a poder cenar para luego lavarme los dientes e irme a la cama, no sin antes jugar con mis amigos imaginarios, Oliver, el chico de pelo castaño, ojos azules como el cielo y piel blanca manchada con las heridas ensangrentadas que adornaban su cuerpo, estaba como siempre sentado en la mesa con las piernas cruzadas frente a mi plato, Selene estaba de pie detrás de mi con los brazos apoyados en el respaldo de la silla, su largo cabello rubio y rizado caía por sus hombros hasta casi rozar su cadera, sus ojos brillantes como dos perlas marrones me miraban con el mismo cariño de una madre, su piel morena no tenía ningún tipo de adorno, sin embargo en su cabeza había un agujero ensangrentado, Gabriel, el chico alto de cabello castaño claro y ojos verdes tan brillantes como esmeraldas miraba aburrido por la ventana y su hermana, Thalia, estaba al lado de mi madre observando detenidamente como cocinaba los macarrones, su pelo castaño tapaba su cuello y sus ojos azules me miraban de reojo de vez en cuando mientras esbozaba una tierna sonrisa, ella era la única que no tenía ni una decoración en su piel.
Mi madre apagó el fuego de la vitroceramica y sacó los macarrones de la olla, los colocó en dos platos y se dirigió hacia la mesa, dejando el plato en cada uno de los asientos, ella se veía cansada, su pelo desaliñado estaba recogido en una coleta y sus ojos verdes miraban su plato mientras empezaba a comer. Cuando acabé mi plato y mi madre ponía el lavavajillas algo captó mi atención en la esquina de la habitación, un hombre estaba de pie observandome, sus ojos eran completamente negros al igual que su cabello, sólo de mirarle me daba escalofríos, mi madre se quedó mirándome y después miró a la esquina.
- ¿Ya empiezas con lo mismo? - Dijo con una mirada de desprecio, aparté la mirada y la dirigí hacia ella, su mirada cambió al verme a los ojos, estaba aterrorizado, volví a mirar hacia la esquina, aquel hombre se acercaba cada vez más a mi acercando sus garras hacia mi cara, yo cogí rápidamente el tenedor que estaba en mi plato y lo tiré hacia esa criatura, la traspasó haciendo que desapareciera y el tenedor se clavó en la pared manchandola de tomate, mi madre se dirigió hacia mi y cogiendome de la muñeca me levantó de la silla.
- ¿¡Otra vez con lo mismo!? ¿¡Quién crees que va a tener que limpiarlo ahora, eh!? - Dicho esto me llevó a rastras hacia su habitación, yo empecé a gritar, sabía perfectamente adónde me llevaba, una vez llegamos allí abrió la puerta de su armario y me metió allí cerrando con llave.
- ¡Sácame de aquí! ¡Mamá por favor, está oscuro! - Oí sus pasos cada vez más lejos hasta que dejé de oírlos, oí el agua del fregadero en la cocina, miré a los lados, no podía ver absolutamente nada, todo estaba tan oscuro que no conseguía ver ni mis propias manos, sentí como lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas y mi garganta secándose de tanto gritar, oía susurros, oía como alguien susurraba en mi oído mi nombre, una voz grave y distorsionada, empecé a temblar y me encogí en una de las esquinas del armario escondiendo mi cabeza entre mis rodillas y sollozando en silencio.
Me desperté, sentía una mano que acariciaba mi mejilla, abrí los ojos y vi las paredes azules claro de mi dormitorio, miré a la persona que acariciaba mi mejilla y me relaje al ver a Selene sonriendome con cariño, estaba en mi habitación tumbado en mi cama, miré alrededor, Oliver estaba sentado en el sofá delante de la ventana observandome, cuando le miré me sonrió tiernamente, Thalia y Gabriel estaban juntos durmiendo en el suelo frente a la casa de muñecas, el cuarto estaba a oscuras, sólo entraba la tenue luz de la luna y eso no me agradaba, Selene al notar mi descontento se dirigio a una lámpara que estaba en la esquina de la habitación y la encendió, después volvió a mi cama y se tumbó a mi lado abrazandome y acariciando mi cabello mientras cantaba una nana suavemente.
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Amor más allá del Espíritu
RomantizmDesde pequeño Caleb fue especial, siempre tuvo muchos amigos imaginarios y jugaba todos los días con ellos, así el nunca estaba sólo ya que a él le daba miedo estar sólo, veía cosas, gente tenebrosa que iba a por él, en su habitación, la cocina, la...