Arthuro Condrad era un niño que vivía en un pequeño pueblo a las afueras de Zeronia la capital del continente de los humanos, diariamente jugaba con su amiga de la infancia Laura, paseándose por todo el pueblo, corriendo de un lado a otro o simpleme...
Un trueno hace temblar la tierra, los fuertes vientos sacuden los hogares de una pequeña aldea rodeada de árboles de cerezo, justo en los alrededores del gran reino Zeronia, todo parecía que sería una noche de tormenta, pero de repente, las llamas incendiando los hogares de la gente, cadáveres tirados por los suelos, y soldados del ejército imperial masacrando a todo aldeano que se encuentre en su camino
Una niña de cabello castaño, ojos cafés oscuro, baja estatura, vestida con un kimono rosado tradicional para un evento que se realizaría ese día en su aldea y un niño pequeño, de cabello y ojos negros vestido con un kimono gris con rayas plateadas, van tomados de la mano corriendo lo más rápido que pueden para intentar salir de la aldea sin que los soldados los cojan, corren tan rápido como pueden mientras que ven a su alrededor tanta sangre derramada
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¿Qu-que está pasando?- dice la niña con una voz asustadiza
Papá y mamá nos dijeron que siguiéramos corriendo, no vayamos a desobedecerlos- contesto rápidamente el niño con una voz agitada
Pero... y ¿nuestros amigos?, ¿dónde están nuestros compañeros?- nuevamente la niña decía con una voz asustadiza
No lo sé, solo sigamos corriendo Laura, no te detengas por nada del mundo-
Va-vale Arthuro-
Los niños lograron salir de la aldea a salvo, pero dejando atrás todo lo que conocían, los soldados seguían masacrando a la gente, incendiaban a familias enteras, desde lejos Arthuro y Laura podían ver como su aldea ardía, las lágrimas surgieron en el rostro de ambos, seguido de un llanto lleno de tristeza y dolor
Ambos niños esperaron en las afueras de la aldea, escondidos con la esperanza de que sus padres o alguno de sus amigos hubiera logrado escapar también, pasaron los minutos los cuales se volvieron horas y aun ningún aldeano pasaba por ese camino, los soldados ya habían dejado la aldea hecha cenizas. Aunque sus lágrimas habían parado, el dolor seguía ardiendo con mucha intensidad, ver su aldea quemada y todos sus seres queridos muertos fue una experiencia traumante para los dos
¿A-ahora que hacemos?
No lo sé... maldición, ¿porque ha tenido que pasarnos esto?- las lágrimas nuevamente comenzaron a surgir en el rostro del niño -¿acaso hicimos algo malo? ¿Por qué demonios los soldados del rey nos masacraron sin piedad?- sin darse cuenta sus puños y dientes estaban sellados con una ira que se podía notar desde lejos
A-Arthuro cálmate, d-de seguro hay una explicación para esto que nos está ocurriendo-
Laura, ¿Cómo puedes estar diciendo eso? Acabamos de ver como todos nuestros seres queridos y el lugar donde crecimos se vino abajo, nos atacaron como si fuéramos unos bandidos o algo peor... nuestros amigos, mis padres, todo fue completamente destruido...-
