Podríamos estar ahora mismo juntos, mis demonios se llevarían bien con los tuyos y así tendríamos más tiempo para amarnos, mientras ellos juegan a las escondidas. ¿Te imaginas, cariño? Tú y yo sin miedos, sin preocupaciones, sin pensar en el tiempo que pasa... tan sólo tú y yo, y nuestros demonios jugando por ahí. Cada noche antes de irme a dormir, te imagino a mi lado desprendiéndote de tu ropa, y sacudiendo tu cabello de un lado a otro de la manera que a mí me gusta. Me miras y sonríes, como si estuvieras frente a aquel sueño que tanto deseabas cumplir cuando tenías 12 o 13 años; pero no, sólo soy yo. Te miro devuelta, y sonrío de la misma manera que lo hace una mujer que acaba de ver a su hijo recién nacido, tierna, lenta y cariñosamente; pero no, sólo eres tú, y eso basta para reencontrarme con ese anhelado deseo de tocar tus labios con los míos. Tus demonios... tus fríos y maravillosos demonios seducen a los míos, llevando a cabo ese intenso placer en nuestro pequeño gran infierno, acabando por un momento con mi triste agonía. Te pregunto si eres feliz y sólo me besas, ¡al fin me besas! Ya luego abro mis ojos y no estás, todo ha vuelto a ser real, tus demonios no están y más nunca me besarás, hasta la próxima noche, cuando antes de dormir te imagine a mi lado nuevamente.
