Cap. 3

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Sealand se despierta por la mañana con el sonido de una tos amortiguada.

Él se ahoga y bosteza; se da la vuelta sobre su costado, su mejilla presionada contra el brazo de Dinamarca, y lo mira mientras él sale de las cobijas. Dinamarca está boca arriba, con los ojos cerrados, y tiene una mano sobre los labios, la otra atrapada debajo de Peter mientras el chico se quita el sueño de la cara y se apoya en los codos.

—¿Estás bien?

Dinamarca parpadea atontado y le ofrece una sonrisa decaída, su mano cae para agitar su cabello. —Sí, estoy bien. Sólo que tragué mal, es todo.— Suspira y coloca la esquina de la manta de vuelta alrededor de los hombros de Sealand y hace un gesto para que se recueste. —Todavía es temprano. Puedes dormir un rato más si quieres.

Peter niega con la cabeza y apoya la barbilla en el hombro de Dinamarca. —No, estoy despierto.— Él lo mira cuando vuelve la cabeza y tose de nuevo. —¿Estás seguro de que estás bien?

Dinamarca solo sonríe y clava la cabeza de Sealand en la almohada. —Ya te lo dije, estoy bien. No tienes que preocuparte por mí.

Sealand se retuerce de debajo de su mano y se da vuelta sobre su espalda, cruzando sus brazos y resoplando indignado. —¡No estoy preocupado! Solo estoy preguntando.— Sus ojos se mueven para encontrarse brevemente con los de Dinamarca. —Es sólo que Berwald solía decir que eres demasiado estúpido como para pedir ayuda, eso es todo. Entonces, ya sabes ...— Él mira hacia abajo. —No seas estúpido.

La cara de Dinamarca se suaviza y él se levanta lo suficiente como para sentarse contra la pared. —Oye, estoy aquí ¿no?— Él empuja el brazo de Peter, sonriendo
—¿Alguna vez escuchaste el dicho "demasiado estúpido como para rendirse"?

Sealand asiente. —Él dijo eso sobre ti también.

Él se ríe y pasa una mano por su rostro. 
—Sí— dice en voz baja, empujando su cabello hacia atrás. —Estoy seguro de que lo hizo.

Peter hace una pausa, tragando la sensación espesa y acuosa que comienza a subir en su garganta, y aprieta las mantas. Él mira hacia atrás a Dinamarca, observando mientras deja caer sus manos hacia su regazo y se apoya pesadamente contra la pared, cerrando los ojos y exhalando, con el rostro agotado a pesar de haber dormido. Realmente se ve diferente de lo que solía ser; ahora tiene todos los ángulos agudos, espolvoreados de suciedad y mugre, con aspecto amoratado, tan diferente de la figura amplia que alguna vez fue, cuando todavía venía a Estocolmo durante los veranos para ayudar a Suecia a armar muebles nuevos o arreglar la casa del árbol de Peter. Sus ojos se abren y Peter se adelanta para enroscar sus dedos en la tela moteada de barro de la camisa de Dane, en silencio a excepción de las pequeñas respiraciones que se atrapan en la manta cuando vuelve la cabeza hacia abajo.

Dinamarca suspira de nuevo y apoya su mano en el hombro de Sealand. —Lo sé, niño. Lo sé.— Él permite que el silencio caiga sobre ellos mientras Peter lucha por calmarse, pero después de un momento, aprieta el brazo del chico y lo sienta derecho para mirarlo directamente; su ojo muerto no se enfoca en nada, pero el otro lo mira seriamente. —Escucha, Peter, quiero que vengas conmigo— Mueve la cabeza en dirección a la puerta. —No puedo quedarme aquí, pero no quiero dejarte con estas personas. Obviamente no te están cuidando y no confío en que te mantengan a salvo.

Peter se limpia los ojos. —No necesito que nadie me cuide. Tengo la edad suficiente para cuidar de mí mismo.— Él sorbe por la nariz.

Dinamarca asiente. —Es aún más peligroso y sé que probablemente yo ya no sea tan divertido como solía ser, pero no puedo dejarte aquí.— Sonríe y golpea suavemente con la palma de su mano contra la espalda de Peter. —Si vienes conmigo, al menos podré vigilarte mientras cuidas de ti mismo.
Sealand cruza las manos en su regazo y mira a Dinamarca con curiosidad. —Dijiste que estuviste en Italia; y ahora estás aquí, así que ...— frunce el ceño. —¿A dónde vas?

Gutters [Traducción al español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora