- Hipólito, querido- anunció Noemí-, tienes correo.
Caminé hacia ella con cierto apuro, haciéndome el tonto, el desconcertado. Miré la carta con fingida sorpresa y mordí mi labio inferior.
- Tienes que ver ésto, Noemí. Está locamente enamorada de mí- reí y se la alcancé para que la leyera.
- Pero, Hipólito, ésta es tu letra- dijo ella introvertidamente, y alzó la vista hacia mí otra vez- Sin embargo, muy hermosa carta.
Él no podía borrar la sonrisa de su rostro. Sacó un cigarrillo del bolsillo de su saco y lo encendió. Ella buscaba resolver sus incógnitas con sólo mirarlo, pero no lo lograba porque él dirigía su vista fuera del alcance de ella.
Hipólito había enloquecido. No quería ser rechazado, ni quería esforzarse en vano por alguien, por eso decidió mantener una relación consigo mismo. Mejor dicho con su imaginación. Creó en su mente a una Carmelina y hacer que ella le escribiera cartas, la convertía en alguien real.
A mi amor,
¡Mi vida! Conocerte ha de ser un privilegio. Es imposible que no se me dibuje una sonrisa en el rostro al recordarme bailando contigo. Desde esa anoche, no necesito estar en ayuno para recordar qué soñé porque sé que es obvio que habré soñado contigo. Contigo, mi amor, con tu ojos claros, tu piel que es pura blancura, tu nariz. Estoy enamorada de esa nariz. Regalaría años de mi vida por más bailes contigo, por más paseos al mercado contigo, por más caricias.
Te extraña, Carmelina.
- Entonces... ¿quieres decir que la has inventado?- preguntó.
- ¡Claro, Noemí! Es perfecta, es hermosa y me ama. Además es toda mía, porque está en mi cabeza... pero vuelve a leer la carta. Está en mí para amarme y lo expresa con estas palabras. Lo encontrarás desquiciado, Noemí, pero no soy yo que escribió esa carta. Es Carmelina dentro de mí usando mis manos. Ella está dentro de mí, amándome... y lo hermoso es que también la amo.
Como es obvio, ella notó la locura de su amado, pero decidió seguirle la corriente por la intencidad de ese mismo amor. Lo amaría aunque perdiese la cabeza.
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¿Qué es el hombre entre las rocas y las nubes?
RomansaDon Hipólito Salvatore, un hombre heredero de una gran fortuna, comienza a percibir su soledad y se enamora de quien no debería enamorarse: Su propia locura.