Espera.

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Para quien le he sido ausente; querido ser de luz:

'·.¸Me he aislado queriendo sin querer¸.·'

No tengo tiempo para una coartada que se excuse de este mal. Me dejo en evidencia, pero sin testimoniar. Es cierto, está claro, no hace falta certificado de que prefiero acoger mi condena a chocar con mi verdad. Acepto que no está bien, pero no que está mal; irrebatible mi falta de tranquilidad, indiscutible que no me traiga calma. Aunque, precisamente ahora, no creo que sea el momento de levantar cargos en mi contra. Debemos aprovechar la duración de mi confort, sé que me busca y va cortando las finas cuerdas que nos separan... ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que dejé de estar presente...? ¿Un día o dos? Tal vez más... ¿Cuánto ha pasado desde que dejé lo coherente? Cuenta desde hoy porque estoy a poco de perder el raciocinio. O mejor no, no creo que sea él quien habla. La verdad es que no creo en nada... Lo real es que no creo en lo que quiero creer.

Esto me lleva más de lo que quisiera admitir. Estando algo reposado te invito a sacar un séptimo sentido; mi intención no es confundirte, mas no puedo resguardar de quienes intentan controlarme. Lo primordial es no confiar en ninguna de mis palabras, pero creer en todas para pensar en la infinidad de posibilidades que conllevan. No se le puede acusar de loco a quien ya sabe que lo está.

No agradezco a quien se lamente por mí, pero valoro la ayuda de la clara aurora que me presta sus escalofríos para hacerle llegar mis designios a los otros palacios que pienso visitar. Mientras trazo un camino, las hadas me cuidan el paso. Paula no se cansa de esperar, Anastasia me incita a respirar, Rita corre y no vuela, Aurelia festeja mi andar. Me da un espacio, la tolerante Laurel, a diferencia de Olivia que alivia mi sed, seguida de Sana que brinda la miel. Pasando a otro puente encuentro a Calima tirada en el césped con la torpe Ucrecia, después de mirar se deshace en risas Ana, quien pronto es reprendida por la afable Teresa que no se cansa de cuidar a todos con ayuda de Rosalía y Orenza. Sus débiles intentos de cuidarme no hacen más que causar pena, mas, para dicha ajena, la importancia de estas trece hadas no está en sus nombres, sino en sus iniciales.

Quisiera gritar basta, pero me temo, no alcanza para colmarles la paciencia. Te lo ruego, ser brillante, que nadie más lo sepa; si el llamado es muy potente, y no puedes abstenerte, te concedo el don de dar un toque de bienestar, que sepan que yo vivo, pero nunca el motivo de mi ausencia. Le cedo esta demanda a quienes tanto me condenan, que sean siempre los únicos que posean estas letras.

Estoy aquí, estoy allá, en el espacio y su capacidad, en la extensión del cosmos, paso a través de lo inexplicable y desciendo a lo lamentable que es perder la energía pensando en el insensato.

Cuando un ser de luz se sienta miserable, estaré ahí para acompañarle en su desgracia, pues es lo único razonable que me queda en mi sensatez; le absorbo y luego desbordo su llanto. Está en mis manos estrujar su tolerancia para luego abrazarle en su dolor. Cuando se sienta desfallecer, sabrá que estoy en algo más que su mente, que su pesar es mi pesar, aunque siempre estoy pesando. Cuando tenga un arrebatamiento ilógico será porque simplemente no pude más y decidí entregarle mi suplicio; el ser de luz sonreirá, entenderá en su tormento que siempre he estado ahí, y cuando el ser de luz sonría, colmará el mundo de energía con su radiante ignorancia al terror... Verás, ser de luz, yo soy tu sufrimiento, mas no tu preocupación; tu mente no está en este momento, sino en el porvenir.

No quiero causar malestar, pero tampoco quiero hacer presencia, mas entiendo que no solamente está mi protegido, y es mejor aprovechar mientras tenga uso de razón.


Con algo pena,

una señal de vida.



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⏰ Last updated: Jul 07, 2018 ⏰

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Escritos de un ser ahogado.Where stories live. Discover now