MIÉRCOLES
8:40 pm
El camino de regreso a la base fue mucho más sencillo. Activaron el localizador y con él el GPS, tomaron atajos y a pesar de la lluviecilla que empañaba sus cúpulas, hicieron tiempo record en los kilómetros que recorrieron.
-Aquí ECI, estamos llegado-. Avisó César a la base una vez que estaban a menos de 100 metros de distancia.
-¡Por fin! Ya me estaba haciendo viejo, fue un castigo tener que estar esperándolos con ésta lluvia-. Refunfuñó el guardia a cargo que abrió las puertas que separaban La Zona del otro lado del Muro, junto con otros cuatro guardias que salieron armados y alerta en caso de tener que usar sus preciadas armas.
Samuel y César no se detuvieron en ningún momento y entraron a la base con la velocidad que llevaban desde fuera, habían acordado minutos antes darle un susto al guardia que estuviese a cargo. Y así fue, mientras el guardia esperaba en medio del acceso a que los soldados entraran a la base, éstos pasaron rozándolo, Samuel por lado derecho y César por el izquierdo. Y con la velocidad que llevaban, el guardia casi cae.
-¡Bien hecho!-. Exclamó Samuel riendo a carcajadas.
-¡Si serán idiotas!-. Gritó el guardia por encima del casco que llevaba puesto. Enojado por que sus colegas no paraban de reír mientras estacionaban y bajaban del vehículo.
Generalmente, los guardias que cubrían tierra, llevaban puestos cascos negros y chalecos especialmente diseñados para que proyectaran una descarga eléctrica que solo afectara el exterior, es decir que el sujeto que lo estuviese usando no recibiría tal descarga, sino más bien cualquier atacante más pensado para cualquier depredador.
-¡Vamos Luis! ¡Debes admitir que fue divertido!-. Soltó César aguantándose la risa.
-¡Divertido el día en que te tire los dientes de un golpe!-. Juró Luis después de haberse quitado el casco y, dándose la vuelta gritó:- ¡Ya ciérrenla! ¡Tenemos a nuestros idiotas adentro!
-¡Oh! ¿Qué hicimos para que nos amaras tanto?
-Casi me matan, Sam. Sólo eso. Además estuve mojándome 40 minutos por su culpa ¡Dónde estaban, eh! Dijeron a las 2000. ¿Son las 2000? ¡NO!-. El monólogo que hacía Luis, el guardia a cargo, les hacía gracia. Pero era muy cierto lo que estaba diciendo, se habían retrasado. Luis giró la muñeca izquierda y apareció una pantalla azulada medio transparente sobre ésta- Reporte de entrada, llegó el ECI. Puertas aseguradas.
<< Recibido, buen trabajo. >> Se escuchó salir del dispositivo. En cuanto Luis no escuchó nada más, giró el brazo hacia adentro y la pantalla desapareció.
Los demás guardias retomaron sus lugares respectivos después de haber asegurado la puerta.
-Miren, chicos...-. Advirtió el guardia a cargo mientras se apretaba el puente de la nariz con la mano izquierda y sostenía el casco con la derecha- no sé cómo los soporto, pero en serio. Última broma pesada. Algo pudo salir mal, de verdad mal.
-Cálmate novato-. Lo tranquilizó César alborotándole el cabello rubio y rizado por la humedad- tenemos todo calculado.
-Ya les dije que no soy novato-. Luis apartó la mano de César- llevo dos... no, tres mese y medio aquí.
-¡Uuuuuy, no se te vaya a subir a la cabeza! Cuidado, niño.
-¡Oooh! ¡Por favor! ¿Quieren dejar de despeinarme?- el joven le dio un manotazo a Samuel- porque sí me peino.
-Cosa que no sirve de nada, ¡Eh!-. Sam señaló la lluvia.
-¡Agh! ¿Van a seguir molestando o me van a decir qué encontraron allá afuera?
El primer día que Luis llegó a la base, se le asignó una misión con Samuel. Y a pesar de ser a penas un adolescente, Luis desempeñó tan bien la misión que Samuel quedó sorprendido y se lo presentó a su colega, compañero y amigo César.
Le tomaron cariño al niño, porque eso era realmente, un adolescente en preparación para convertirse en un hombre. De mirada profunda, cabello rubio y piel bronceada clara. El muchacho además era simpático y había creado un vínculo con ambos soldados, que le enseñaban técnicas para cazar de vez en cuando. Y a pesar de que lo molestaran casi a diario, podría decirse que se querían.
Pero lo que más gustaba el joven, era de escuchar las narraciones de los soldados. Se había hecho como una tradición: cada vez que ECI salía del campamento o "la base", Luis esperaba ansioso a que regresaran para escuchar qué habían encontrado allá afuera, ésta vez no era la excepción.
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Si tú vas, yo también
AventuraLa Zona. Más de 90 kilómetros a la redonda de lo que fue el estallido del rector. Isaac, un SOBREVIVIENTE, creía que estaban solos, él y su pequeña hermana, pero se equivocó. Su objetivo estaba claro al inicio: buscaba algo, algo que le había si...