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Julian frunció el ceño mientras observaba a los músicos subir e inspeccionar el escenario

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Julian frunció el ceño mientras observaba a los músicos subir e inspeccionar el escenario. A su alrededor había bastante gente trabajando en los arreglos de las mesas, moviendo sillas y colocando manteles para el día siguiente. El dueño les había dado un trato especial porque su familia siempre estaba organizando grandes fiestas ahí, suponiendo buenos ingresos fijos al año. En esa ocasión, además, tenían la cartera de los Cortez para volver más exagerado el asunto. Como era su naturaleza, Julian quería todo el circo, maroma y teatro para su boda, por lo que Romeo estaba gustoso de extender los billetes.

Sin embargo, aunque todo estaba yendo a pedir de boca, había algo que tenía a Julian de los nervios: su maestro de ceremonias no llegaba.

A ver, desde el principio él se había pensado que poner a un muchachito que aún no era legalmente un adulto a dirigir su boda no era una buena idea, pero Giordano tenía experiencia en el asunto y no lo había hecho tan mal en la boda de Romero y Juliana, no parecía ser una mala idea cuando el asunto salió a colación, pero ahora, después de mandarle más de veinte mensajes sin que contestara, estaba comenzado a ponerse ansioso. Si Giordano no daba la cara pronto iba a estrangular a alguien.

—¡Julian! —La molesta vocecita que estaba deseando escuchar se elevó por encima del ruido de la gente, obligándolo a girarse de golpe para encontrarse de frente con la estrella de la tarde.

—¡Joder! ¡Ya era hora! —exclamó levantando las manos al cielo con una exagerada expresión de alivio, sin embargo, esta misma cambió cuando Giordano le aprisionó en un cariñoso abrazo.

—¡Cuánto tiempo sin verte! —dijo moviéndolo de un lado a otro antes de separarse de él y dedicarle una cándida sonrisa—. Quiero decir, cuanto tiempo sin verte en persona.

Julian estaba a punto de darle alguna réplica irónica, cuando las palabras murieron en sus labios mientras observaba al muchacho con los ojos muy abiertos. Él se había dado cuenta del cambio gradual en su rostro después de todas las videollamadas que recibió de parte de Giordano, sin embargo, lo que no esperaba era que al tenerlo en vivo y en directo esos cambios fuese aún más obvios.

Las líneas en su rostro estaban un poco más marcadas, su sonrisa había madurado ligeramente y su cabello estaba más largo. Antes parecía un niño desgarbado, sin embargo su constitución también cambió, había más carne, más músculos, su cuerpo parecía naturalmente atractivo. Sin embargo, lo que sí le golpeó con fuerza fue ver la endemoniada altura del muchacho ¡Joder! Giordano debió haber crecido por lo menos diez centímetros desde la última vez que se vieron.

—Dios mío santo, definitivamente ya no los hacen cómo antes —murmuró para sí mismo antes de darle un golpe en el brazo al chico—. Maldición, sí que te han regado en los últimos dos años —exclamó llevándose una mano a la boca.

Giordano soltó una carcajada, alejándose un poco de él para poder observarlo mejor.

—Pues tu no has cambiado en lo absoluto, excepto porque te has vuelto más dramático —comentó antes de observar a los alrededores con aire sorprendido—. Pero ¡Dios! Si que han invertido en la boda, esta fiesta debe valer mucho dinero —dijo, tratando de no quedarse con la boca abierta ante la cantidad de lujo que había en los adornos y el salón.

El camino de Giordano (LCDVR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora