Sumergí la cabeza lentamente y mis pulmones volvieron a llenarse de aire.
Nunca supe distinguir la naturaleza de mi atracción hacia el límite de la vida, a esa fina línea divisoria que te alarma gritándote que si la cruzas ya no habrá vuelta atrás. Pero ahí estaba, era real y en este punto de mi vida, lo llevaba interiorizado.
Me gustaba tumbarme en la bañera y resguardarme bajo el agua, cerrando los ojos y aguantando la respiración hasta sentir como mi pecho convulsionaba buscando el oxígeno del que dependía, y que al mismo tiempo lo envenenaba. Sintiendo como mis piernas se entumecían y mi corazón se encogía (de presión ).Dependencia a lo que te mata.
Ese concepto me resultaba familiar.
Y no, no eran los cigarrillos o mi simpatía hacia la botella, no se trataba de una relación tóxico-amorosa, ni siquiera tenía relacion directa con el concepto de la vida, más bien era algo más profundo que hasta ese momento no había sabido ver. Apoyé las manos en el soporte de la bañera para incorporarme y alargué los brazos hasta la libreta arrugada y humedecida que había dejado en el suelo. Después volví en búsqueda del bolígrafo, cuyo objetivo parecía ser escaparse de las garras de mis manos arrugadas y resbaladizas. -Quizá no quiere dejarse atrapar porque sabe que solo lo uso para escribir mierda- Estiré los dedos y lo rescaté con fuerza y rabia, trasladando esta pequeña disputa a algo más personal entre él y yo. Apoyé la libreta en mi regazo encogido y deje que la contraportada se hundiera un poco en el agua. Mis escritos no eran precisamente un tesoro que guardar, eran más bien una especie de prostitución hacia mis sentimientos, los quería solo para un rato y con un sólo propósito: desahogarme.
Entonces me mordí la lengua fuertemente para sentir un mínimo de dolor físico mientras me libraba de la cárcel del silencio que yo misma me imponía y escribí una oda a mi inconsciencia."Me gustaría tener la fuerza para poder irme,
decirte adiós
Pero el dolor que me causas es adictivo,
Me consumes y a la vez me haces sentir especial,
Incomprendida, buscando la respuesta entre las sombras del pasado, caminando descalza entre recuerdos puntiagudos.
Es triste porque me quiero tan poco que te necesito para definirme, eres lo único que tengo, lo único que puedo controlar, lo único de mí misma que conozco a la perfección.
Me gustaría poder abandonarte pero eso significaría renunciar a mí.
Te defiendo y te escondo para que no nos puedan separar. Te odio porque por tu culpa estoy rota, y soy incapaz de mirarme a los ojos y quererme lo más mínimo.
Pero estar rota me hace sentir bien. Como si eso fuera lo único interesante que hay en mí.
Ojalá no te quedes lo suficiente como para hacerme tuya,
Ojalá no te vayas lo suficiente como para volverme libre."Lo releí, unas cinco veces. Lo modifiqué, corregí y puntualicé. Entonces lo arranqué, y arrugué hasta crear una pequeña semiesfera y lo tiré a la bañera. Y lo dejé ahí, ahogándose y deshaciéndose, hundiéndose y desapareciendo.
Es lo que me habían enseñado a hacer.
Lo miré con indiferencia y recordé cuando yo era el papel.
Tiré la libreta empapada al suelo, y salí de la bañera. Ni si quiera me sequé. Cerré la puerta y apagué la luz.
Ya no creo que exista. Ni el papel tampoco