CAPITULO 18

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Maratón (2/3)

-Dios, Cristian ¿Por qué eres tan terco? – me soltó Leah con frustración, pocos minutos atrás habíamos regresado de casa de Emily y habíamos encontrado a April durmiendo sobre el sofá de la sala y entre Leah y yo se había liberado una pequeña discusión sobre quien debía llevar a April a la cama.

-es que ya no es un bebe, Leah. – argumente con un susurro, como todo lo que habíamos dicho hasta el momento. – ¿Qué tal si ninguno la lleva? Solo despertémosla y que suba las escaleras por sus propios medios. – dije inclinándome para mover el hombro de April.

-claro que no. – dijo Leah, evitando que yo tocara a mi hermana. – yo la subo y eso es todo. – dijo mirándome seria.

-si no la vamos a despertar, entonces la subo yo. – dije cruzándome de brazos.

-te digo que, si la subo yo, ella no lo va ni a sentir. – dijo ella y yo fruncí el ceño.

-yo llevo años haciendo esto. – le dije. – y sé que lo puedo hacer bien.

-como llevas años, ahora me toca a mí. – dijo ella y en menos de nada ya se había inclinado e incorporado con April en brazos, dejando de un lado el hecho de que Leah era una mujer lobo, la imagen era hasta graciosa a la vista, si April llegaba a despertarse y ver a Leah cargándola, esta saltaría de sus brazos y preguntaría frenéticamente como era que tenia tanta fuerza, pues Leah parecía cargarla como si de una pluma se tratara. – ya no es un bebe. – refunfuño Leah por lo bajo mientras yo subía las escaleras detrás de ellas. – pero si April trae un novio a casa, ahí si gritarías que es un bebé y no tiene edad para tener novio. – me dijo con sarcasmo y yo rodé los ojos ante su reproche.

***

-¿es algo que sabes desde que naces? – pregunte, quitando un mechón que bloqueaba su mirada y colocándolo detrás de su oreja; Leah y yo nos encontrábamos en mi habitación, la luz de la luna colándose por la ventana era todo lo que nos iluminaba mientras nos mirábamos uno frente al otro sentados en el centro de mi cama.

-¿el que? – me pregunto, mientras me miraba con atención.

-que son lobos.

-no. – respondió ella al instante. – eso nos ahorraría muchas complicaciones. – dijo desviando su mirada en dirección a la ventana. – es decir, la reserva tiene leyendas y todo eso; pero para nosotros eran eso, leyendas.

-¿Cómo sucede? – pregunte, para ser sincero no tenía idea de cuál de todas mis preguntas lanzar o si las estaba haciendo de la manera adecuada o si Leah quería hablar de todo sin problemas.

-la fiebre se da cuando se perciben vampiros en el ambiente. – dijo ella volviendo a mirarme a los ojos. – después de todo, fue bajo el criterio que la tribu Quileute adquirieron la capacidad de cambiar de forma. – dijo encogiéndose de hombros. – es para proteger la reserva de los vampiros.

-¿tienen un alfa? – pregunte con interés. – pues como en cualquier manada. – me apresure a explicar un poco apenado.

-sí, el nuestro es Sam. – dijo y me miro como si examinara mi expresión. – te contare una historia. – dijo acomodándose más cerca de mí. – de toda la manada el primero en entrar en fase fue Sam. – me explico, ella guardo silencio un par de segundos. – Sam y yo éramos novios en ese entonces. – me dijo y yo fruncí el ceño.

-pero... – dije tratando de comprender todo aquello. – Emily es la impronta de Sam ¿no es así? Y tu prima. – solté totalmente confundido, Leah solo asintió tomando una bocanada de aire.

The Wolf And Her Love /Leah Clearwater\ |Libro 5| de la serie 'improntas'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora