-Papá, no quiero ser la nueva.
-Hija, siempre hay una primera vez para todo.
-Pero esta es la tercera.
-Y la última, espero.
Pongo los ojos en blanco.
Hablamos mientras buscamos la calle del nuevo instituto. Voy a cuarto de la ESO y he elegido ciencias, me apasionan los números, desde pequeña han sido mis mejores amigos. Recuerdo una vez que diseñé los planos de la casa donde viviría cuando fuese mayor… De tres plantas, con un ascensor y un tobogán que daba a una piscina de cuatro metros. No os burléis, tenía diez años.
-Hemos llegado.
Me distrae. Peter no es mi padre biológico, pero para mí es como si lo fuese.
-Estoy nerviosa.
-Procura no caerte de bruces en medio de todos.
-Papá, me enorgullece saber que tengo a alguien que me apoye en los momentos más duros de una adolescente de diecisiete años.
Asiento con la cabeza para darle un aire más irónico.
Él ignora mi reproche y me da un beso en la frente.
-Buena suerte Andrea.
-Gracias papá.
Le doy un beso en la mejilla y salto del coche.
Vaya, es realmente grande…
Uno de los más grandes en los que he estado. Es totalmente amarillo claro, con unas grandes verjas que separan la calle del patio. La entrada es de dos puertas acristaladas y a un extremo del recinto hay una rampa destinada a los trabajadores o profesores del centro.
Subo ignorando el dolor de barriga que me producen los nervios. Soy una chica sencilla, morena de ojos azules, delgada y que todo lo aprueba con buenas notas. Espero pasar desapercibida.
No sabía que ponerme está mañana, así que he optado por un pantalón pitillo ajustado hasta por encima del tobillo con unas zapatillas blancas a juego con mi blusa de tiros blanca. Completamente normalita.
Toco el timbre de la puerta donde espero a que la secretaria me abra.
-Llega tarde.
-Soy nueva…
¿Me debería disculpar por no encontrar el instituto?.
-¿Usted es Andrea?.
-Sí.
-Este su horario de clases. Por detrás tiene el número de piso y clase a la que tiene que ir.
-Gracias…
Me tiende el papel y sigue con lo suyo. Un poco antipática. Estará en sus días.
Miro el papel que me tendió y leo lo que pone detrás <Tercer piso. Aula nueve>.
Vale, allá vamos.
Voy por las escaleras y subo hasta el tercer piso. Un gran pasillo me separa de esas miradas escrutadoras que cuchichean en voz baja sobre mis que mis zapatillas están pasadas de temporada, o que mi pelo largo no me favorece en absoluto.
Me armo de valor para adentrarme en el pasillo y llego al aula número nueve.
Toco ligeramente en la puerta y a los segundos una profesora alta, rubia, con el pelo rizado por los hombros, ojos verdes perfectamente ocultos tras unas gafas me abren la puerta con una sonrisa deslumbrante.
Ojalá estuviera así de tranquila.
-¿Eres Andrea?.
-Emm, sí, soy yo.
ESTÁS LEYENDO
Diario secreto de una adolescente.
Teen FictionAndrea, la chica que siempre pasa de sapercibida en todos lados se convierte en la más popular de su instituto gracias a una fuerte pelea que tuvo con la chica más deseada en una fiesta. Todo va sobre ruedas hasta que esa fiesta cambia su vida. La m...