En toda la historia de la humanidad, la muerte de un ser humano siempre ha sido un evento lamentable; el dolor, la impotencia y el lamento se sienten hasta en el aura del ambiente. Los sollozos, lloriqueos y frases reconfortantes se escuchan en cada espacio del evento. Sin embargo, mi punto no se centra en la muerte física, que, no me mal interpreten, es algo horrendo y lamentable. Mas yo creo que algo más doloroso es la muerte en vida; tan silenciosa, dolorosa e ignorada.
Cuando uno se encuentra sin ánimos, sin esperanzas y con la mente desfasada de la alegría, quiere decir que estás ante una posible muerte en vida. No es una simple depresión y dudo que los medicamentos sean una opción, ya que, la persona muerta sólo se concentra en los disfortunios de su plazo de vida, cómo la vida le juega cada injusticia y se ríe de su ironía.
Tu mente sólo toma las experiencias y recuerdos negativos, los concentra y te da a entender que no vales la pena, que todo tu tiempo invertido ha sido para nada mas que desperdiciar el oxígeno y espacio que tu cuerpo ocupa.
Todos tus anhelos, metas y posibles logros son nada mas que callejones sin salida, que, siempre te llevan al mismo final inconforme al que ya estás acostumbrado.
La persona muerta se encuentra ya sin si quiera fuerza de salir de su agonía, pues había utilizado ya todo lo que en sus manos poseía.
Lo más preocupante es que, por el exterior de la persona muerta no hay ni signos de su aparente paro de vida, ya que, como lo he dicho antes, uno puede estar muerto en vida.
¿Qué le queda a la persona en esta vida? ¿Qué puede esperar de una humanidad que sólo conoce el dolor de la pérdida física y total?
Nada le queda, nada le espera. Puesto que la humanidad sólo entiende la pérdida cuando ya es demasiado tarde, cuando no hay remedio y su doble moral se refleja. El lamento emerge ante la perdida física, y esto es el producto de ignorar a la presencia real de la persona, el no apreciarla.-Porcelain. 080718