Epílogo

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     Miré a Ian de nuevo, seguía con la mirada clavada en su plato. Habíamos terminado la mudanza unas horas antes, aún no desempacábamos todo, pero habíamos decidido comer algo antes de continuar. Ian prácticamente no había hablado en todo el día y eso comenzaba a ponerme nervioso.

— ¿Qué está pasando?— pregunté

—Nada

—Nada— imité— has estado callado todo el día, evitas mi mirada y no dejas de suspirar, detesto cuando te sientes mal y no me dices nada, joder, llevamos casi siete años juntos...

— ¿Te casarías conmigo?— me interrumpió

— ¿Qué?— dije con voz insegura

     Ian me miró durante un segundo antes de negar con la cabeza.

—Olvídalo

—Acabas... ¿acabas de pedirme matrimonio?— el rubio bajo la cabeza y negó otra vez

—No, solo olvídalo

—No quiero olvidarlo

—Will...— levantó la mirada

—No— repetí

—No lo decía en serio

— ¿Por qué no?

—Porque así no es como quería pedírtelo— murmuró y puso una pequeña caja de color negro en la mesa

     Me quedé callado unos segundos, abrí la caja y me encontré con un anillo plateado que tenía una delgada línea azul. Miré a Ian, el rubio parecía realmente nervioso, me cubrí la boca con una mano y no pude evitar reírme.

—Carajo— susurré

— ¿Qué?— preguntó Ian— es por esto por lo que quería preparar un discurso, para no parecer un estúpido...

—Ian— dije

     El rubio me miró con una mueca, sonreí mientras sacaba de mi bolsillo una caja bastante parecida a la que él había colocado en la mesa y se la ofrecí. Ian sonrió y la tomó, el diseño de la argolla que estaba dentro era similar al del anillo que yo estaba sosteniendo, pero en lugar de ser plateado la parte interna y la delgada línea eran doradas, el exterior era negro. Ian me miró y su sonrisa se amplió.

— ¿Harás la pregunta?

—No lo sé, tú la hiciste primero, ¿no quieres oír la respuesta?

—Creo que ya sé cuál es

     Sonreí y le devolví la pequeña caja, Ian sacó el anillo y lo deslizó en el dedo anular de mi mano izquierda, sostuvo mi mano durante unos segundos antes de inclinarse y depositar un beso en mis nudillos, muy cerca de la argolla, luego me miró, sin dejar de sonreír.

—Eres muy cursi— murmuré

—Logré que te sonrojaras— respondió, encogiéndose de hombros

     Puse los ojos en blanco y recuperé la caja que tenía el otro anillo.

—Cambié de opinión— dije, cerrándola

     Ian rió y me miró con una expresión divertida.

— ¿En serio?

     Sostuve su mirada, luego de un momento maldije internamente mientras tomaba el anillo y lo ponía en su dedo. Ian entrelazó nuestros dedos, con la mirada fija en su argolla, sonriendo ampliamente.

—Te amo— dije

     El rubio me miró, parecía que nunca podría acostumbrarme a esa mirada, seguía sintiéndome extraño cuando Ian me miraba como si fuera la persona más importante de su vida.

Cualquier EstupidezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora