Greg se sorprendió cuando Ana se ofreció a acompañarlo a casa. Se suponía que debía ser él quien la llevara sana y salva a su hogar, pero la idea de presentarla con sus padres le coqueteó por un momento. Se imaginó el rostro de su madre iluminado por la alegría, definitivamente podía vivir con eso.
Tomaron un autobús cerca del parque. Los besos y las caricias estuvieron presentes durante todo el trayecto. Aunque de forma diferente, ambos estaban conscientes de que no les quedaba mucho tiempo juntos, por eso no perdían la oportunidad de tocarse.
Cuando llegaron a la casa de Greg, Ana se quedó inmóvil frente a la puerta, inspeccionado la fachada, que respetaba la elegancia del resto de las construcciones de la ciudad. Había un caminito de piedra adornado con pequeños ángeles de barro, cuyos tiernos rostros llamaron de inmediato la atención de la chica. Levantó una de las figuras y la revisó con sus ojos chispeantes de fascinación.
–Ana –le dijo Greg, mientras le quitaba el ángel de las manos
para ponerlo de vuelta en su lugar–. Si no te molesta...me gustaría presentarte como mi novia.
–Pensé que eso ya estaba claro–le respondió con un gesto de disgusto. Lo tomó de la mano y caminaron hacia la puerta.
La sala estaba decorada con un gusto excepcional. Había muchas pinturas de autores desconocidos adornando las paredes claras, y un montón de figurillas de cristal salpicando cada rincón. Ana clavó los ojos en la suave tela beige del sofá, su textura cosquilleó en sus dedos al acariciarla de pasada, pues Greg la remolcaba rumbo a la cocina.
–Mi mamá debe estar preparando la comida–el chico pudo distinguir el aroma del pollo friéndose en la cocina.
Alicia estaba detrás de la puerta de madera. Sobre su espalda caía una melena ondulada del mismo color del cabello de Greg. La falda de su vestido estampado de flores amarillas, se movía siguiendo del ritmo de una vieja canción, proveniente del pequeño radio junto al refrigerador. Picaba verduras sobre una tabla de madera con un cuchillo mucho más grande que su propia mano. Debía tener mucha experiencia en aquella labor, pues picaba con una rapidez asombrosa.
–¿Mamá?–Greg la llamó desde la puerta con Ana asomándose tímidamente sobre su hombro.
La mujer volteó sorprendida y ruborizada, pues no esperaba que nadie la viera bailando.
–¿Greg?, ¿dónde estabas metido? Te fuiste muy temprano...–Alicia miró con curiosidad a la visitante, que se ocultaba detrás de su hijo–. ¿Quién es tu invitada?
–Mamá–comenzó el chico con una extraña sonrisa en los labios–. Te presento a Ana, ella es mi...novia.
Ana salió de su escondite, y extendió la mano derecha hacia la mujer que la miraba atónita. La emoción de Alicia se hizo evidente cuando, en lugar de tomar la mano de la chica, la abrazó con fuerza.
–¡¿Novia?! ¡Greg! ¡Qué bonita es! ¡Qué bonita eres! –Alicia atrapó el rostro de Ana entre sus manos para examinarlo bien. Sus ojos negros no provocaron mayor desconcierto, pues no los había visto antes de su transformación–. ¡Mucho gusto, Ana!...No sabes lo feliz que me haces con tu presencia.
Ana compartió la efusividad del abrazo y respondió a las palabras de Alicia con sonrisas tímidas.
–¿Ya se la presentaste a tu papá? ¡Carlos! ¡Carlos!–Alicia gritó, sin darle tiempo a Greg de contestar, y salió de la cocina llevándose a Ana consigo.
Atravesaron el comedor casi corriendo y bajaron unas escaleritas de madera hasta llegar a una puerta del mismo material, que, una vez abierta, descubrió a Carlos sentado en un viejo sillón de cuero. Leía un libro grueso, mientras se rascaba el labio superior en honor a su desaparecido bigote.
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LA BATALLA DEL ANGEL
Fantasia"La batalla del ángel" se puede considerar una secuela de "El dador de misterio". La novela narra un fragmento de la vida de Ana, quien resulta ser descendiente de uno de los caídos. Cosa que descubre una tarde mientras paseaba con su amiga. Esta...