XV

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—Todo está bien... Todo está bien... —musitaba el hombre intentando retener su propio llanto— No pasó nada, hermanita. No te asustes ¿sí? —le dijo a la chica con entrecortadas palabras disponiéndose a acariciar su cabello.

Ella se alejó de su contacto con una expresión de desagrado.

Antonio comenzó a reír ante eso y se levantó de su asiento.

—T-tenías un poco de gripe ¿v-verdad? —murmuró simulando haber olvidado todo— Tosías, estás enferma. Yo cuidare de ti.

México solo lo siguió con la mirada mientras se dirigía a tomar un pequeño frasco de una estantería en su cocina.

Se acercó nuevamente a ella y extrajo dos pastillas del interior.

—Tómalas, linda. Vamos. —le ordenó ofreciéndolas— Te sentirás mejor.

—No estoy enferma. —respondió ella finalmente.

—Claro que lo estas, no hace falta que lo niegues.

—España. —le llamó esta con seriedad y sin mirarle a los ojos— estás enfermo.

Los labios del hombre temblaban mientras intentaba seguir sonriendo. Su rostro empapado por las lágrimas y sus ojos enrojecidos no le ayudaban a verse mejor.

—S-solo tómalas, Nueva España. Obedéceme... —le pidió después de unos segundos en silencio intentando sonar lo más amable posible.

Ella se limitó a no decir nada al respecto y se giró a ver en dirección contraria.

Y él, sin poder continuar controlando su desesperación, termino por golpear la mesa con el puño llegando al punto de su impaciencia.

—TE DIJE... —suspiró y cerró los ojos sin control alguno sobre el ritmo de su respiración— QUE TOMES... ESTO.

Y, al ver que la chica no se inmutó siquiera, este la tomo por el mentón e introdujo las pastillas en su boca a la fuerza, mientras ella, indefensa, intento hacerlo apartarse sin resultado.

No podía implicar toda su fuerza para obligarlo a alejarse, su muñeca dolía. La herida abierta aun sangraba.

—Suel... ta-me... —se quejó ella con dificultad con el medicamento ya en la boca.

Sin darle la oportunidad de escupirlo, tomó de inmediato el vaso de agua que se encontraba en la mesa y la obligó a beberlo también. No la dejó abrir la boca hasta asegurarse de que lo hubiera tragado.

Así, cuando lo hubo hecho, inspeccionó cada rincón de su cavidad bucal para asegurarse de que su forzamiento haya tenido resultado. Al enterarse de que así era, sonrió satisfecho.

La mexicana intento correr de inmediato al baño para arrojar aquello de su cuerpo mientras tosía sin parar, pero el español se lo impidió.

Sujeto precisamente aquella muñeca herida por ella misma provocando que esta se retorciera por el dolor. A él pareció no importarle.

—Cariño, ¿qué opinas de que hoy durmamos juntos? No quisiera que tuvieras algún síntoma grave por la noche y no haya nadie para cuidar de ti.

No valía la pena contestar. Él no estaba ahí para tomar en cuenta su respuesta.




"Todo será como antes" [SpaMex] 𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora