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Richard.

-¡¿Por qué tenerle respeto?! ¡Me acaba de echar del equipo solo por algo que dijo el chico nuevo, por un rumor!- apunta a Eamonn- Ese adorador de cruces no sabe nada

No tenía idea de que alguno iniciara una pelea, pero ¿por qué?

-¿Por qué es?- señalo con la barbilla el revoloteo que se dispara.

-Se llamaron entre sí homosexuales y echaron a Andrew del equipo.

-¿Sabes por qué lo llamaron homosexual?- se encoje de hombros sin mirarme.

Tengo que preguntar, aunque me cueste el puesto tengo que hacerlo, un razón, aunque sea indirectamente necesito una respuesta.

-Ese adorador de cruces como lo llamas es

-¿Entrenador, es usted Homofóbico?- le pregunto con el mayor respeto, siento todas las miradas en mi, de seguro sorprendidos.

-No lo soy Señorito Ellys, pero debe entender que no puede dejar que los muchachos se sientan incómodos cada vez que van a las duchas, cuando tienen que cambiarse e incluso hablan con un compañero Pensando que este tipo de error del Señor los puede acosas, o mirar cuando se duchan, e incluso los puede violar ¿no sé sienten identificados con este abuso?- mira a cada uno de los chicos del equipo, esperando cualquier reacción de alguno. Muerdo la parte interna de mi mejilla y hago un gran intento por no apretar los puños.

-¡Bueno, ya basta, me largo! ¡Ah, y pueden irse todos a la misma- el entrenador se adelanta y veo como con exasperación se aleja con el paso firme.

-¡Los del equipo vuelvan a jugar o también se largan!- el silbato nuevamente.

-No tenía ni idea de que Dawson favorecía a los penes.

-Y yo que le gustara el sabor de las almohadas.

-Pero que marica es, ahora entiendo algunas cosas.

-Que gran puto, escondido entre nosotros.

-Dale un poco de crédito por engañarnos, pensando que le gustaban las vaginas.

-El rabito, el actor de la máscara anal

-Buen nombre

-¿Y tú crees que en algún momento pensó en hacerlo conmigo?

-¿Qué dices? No me digas te también te tenias esos gustitos guardados

-No te des tanto crédito, no creo que le guste un limpia polvo por el trasero.- burlas.

-¿Alguno creen que le gustará si le metemos un fierro por el ano?

-Le gusta por detrás ¿no?

-Tienes razón, no creo que sienta la diferencia- risas y choques de manos, y todo comienza a ser u alboroto donde ya no se definen las conversaciones, solo son gritos que van de lado a lado en todas las direcciones, siendo las paredes de los vestidores un factor que empeora la acústica de todo.

Le doy un fuerte tirón a los cordones de mis zapatillas, siento la presión en mi pie y al ver mis manos noto que tengo unas más por la quemadura a fricción, me arde pero aprieto los puños, sintiendo una oleada de dolor. Estiro los dedos momentos más tarde y termino de ordenar mis cosas sin decir nada.

Finalmente todos los que hablaban se fueron en un solo grupo, mientras que yo me quedé sentado en la orilla.

En pie es cuando comiendo a pasearme por las orillas, yendo por cada esquina. Hago sonar los huesos que se unen a mis dedos cuando me detengo a un costado del pasillo que da a la salida. Mi respiración va en aumento.

MaricónPutos DesviadosPervertidos ¿Le gustaría si le metemos un fierro por el ano?

Camino hacia los casilleros y me detengo frente al primer nombre marcado, miro fijamente cada letra; cada cursiva, la forma de escribir con delicadeza o con tanta rapidez, brusquedad y elasticidad.

¿Qué es lo que nos hace tan diferentes?

Aprieto los puños y golpeo una, dos, tres, cuatro, cinco

-¿Hay alguien?- pierdo la cuenta y me detengo, con mi pecho subiendo y bajando, no puedo tragar saliva, tengo la boca seca.

Me deslizo entre los espacios vacíos en medio de los casilleros y logro esconderme en la primera ducha.

-¿Pero qué?

Seguramente habrás visto mi pequeña obra

-¿Hola, Alguien?

Pasos resonando en un eco incesante, es casi como si por un paso, dos golpearan en el interior de mi pecho por el estruendo.

-Esta mierda no pudo haberla hecho ningún espíritu, ¿Quién habrá sido?

A pesar de que murmuraba podía escuchar con tal claridad como si estuviera frente a mí haciendo tales preguntas, siendo yo el sospechoso misterioso y él el detective.

Retrocedo con brutalidad cuando creo que se acerca y choco contra la manilla de la ducha que se entierra en mi columna, intento no hace ningún ruido, pero la mueca no logro quitarla de mi rostro, resisto.

Cambio de posición y me ubico de costado, sintiendo en la mitad de mi cuerpo el traspaso del congelante muro de cerámica con el que decoran las duchas.

-Debo parecer un estúpido hablando aquí solo- no hay más pasos.

La adrenalina se quita de mi sistema y comienzo a sentir molestias en mis puños, los miro y están colorados al punto de estar por sangrar.

-¿Qué haces aquí?- salto y un lado de mi cadera choca contra la llave- No me digas que fuiste tú.

Sé que lo sabes solo por la forma en que me miras, lo puedo confirmar, no eres como el resto, sabes lo que sucede a su alrededor, pero Jamás creí que recibiría esa mirada

-¿Qué pasaría si te digo que sí?- escondo las manos en mi espalda cuando me coloco de frente a él.

Lo miro fijamente.

La Pausa de un Cariño IncontrolableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora