CAPÍTULO 1

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Ya era hora. No es que no me no me guste la universidad, al contrario, había aprendido a amarla en este tiempo. Era mi primer año estudiando psicología y estas eran mis primeras vacaciones de verano como una universitaria.

Me acuerdo mis primeros días en la universidad, ¡Era lo que yo había estado deseando! Salir de la secundaria, dejar a todos los pijos inmaduros, estudiar lo que de verdad me interesaba y encontrar el verdadero amor... cabe aclarar que no mucho de eso ha cambiado.

Si buscas en googles «fails de amor», mi cara es la respuesta. No sirvo para esas cosas, puede que sea exigente, puede que nunca lo encuentre y no voy a negar que algunas veces me ha aterrado la idea de acabar como la mujer con sesenta gatos y sin nadie a quien acudir en su vejez. Pero he decidido no forzarlo, lo que tiene que ser, será. Y si lo que tiene que ser son sesenta gatos, ni modo.

Estos meses habían sido emocionantes, estaba amando mi carrera. No era la chica nerd o de calificaciones altas que siempre participa en clases, tampoco era la popular a la que todos se acercaban para la hora del almuerzo. Yo era más bien un término medio.

Había hecho unos amigos increíbles. Hice amistad con una chica en los cursos de preparación para la universidad y por fuerzas mayores ambas quedamos, ella es nada más y nada menos mi mejor amiga, Frida. Nos acoplábamos perfectamente a tal punto que a veces terminábamos la frase de la otra.

—¡¡VACACIONES!! –... esa era ella.

Me agarré la oreja de dolor por su grito.

—Frida, tranquila. –dije riendo –son las mismas vacaciones de siempre.

—¿Estás de broma? –hizo una cara como si yo tuviera una segunda cabeza –Estaba a una semana de colapsar si dejaban más trabajos. Necesito sol, estoy más pálida que tú.

—Oyeee –protesté. Es irónico que ella diga eso, ella es naturalmente de tez morena y sí, soy bastante blanca pero no tan pálida para usarme de comparación, o ¿sí?

—¿Listas para el verano? –dijo una voz grave tras nosotras. Steven venía caminando con Eva. —Tenemos que ir a todas las fiestas posibles, ¡Vamos a descontrolarnos!

Me reí de su euforia, yo también estaba emocionada, pero no iba a andar gritándolo.

Todos salían prácticamente corriendo de las instalaciones y pasaban empujándonos una que otra vez sin inmutarse.

—Apartémonos antes de que nos arrastre la estampida –musité.

Nos movimos de lado cuando sentí que Frida estaba medio de piedra.

Nicholas Sprouse, con su cabello perfecto, sonrisa brillante, chaqueta del equipo de football americano de la universidad y rodeado de sus compañeros de la misma especie.

Frida tenía este serio y preocupante enamoramiento con el chico. Todo mundo babeaba por el tipo, hasta los profesores tendían a consentirlo. No voy a negar que tiene lo suyo, pero no sé cómo te podes llegar a enamorar de alguien que apenas nota tu presencia y pasa de ti como si fueras cualquier cosa.

Había tenido la charla de «te encontrarás con un chico que valga la pena, no él.» con Frida pero ella era como una especie de leal miembro del club de fans y siempre acabábamos en el mismo lugar.

—Estoy segura que él estará en las fiestas, otra razón más para no faltar a ninguna –decía viéndolo con mirada soñadora.

Entorné los ojos sin disimular y Steven rió por lo bajo.

—¿A qué hora nos vemos por la fiesta de inicio de verano? -preguntó Steven.

Steven era un chico demasiado agradable, era de los amigos más fieles que había encontrado en la universidad y era de esas personas fáciles de llevar, que habla con todos y a todos le cae bien. Era el único varón de mi pequeño grupo de amigos y le rendía el sombrero por eso, porque no sé cómo le hace para soportarnos.

Amores de VeranoWhere stories live. Discover now