EXTRA:

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Abrí mis ojos lentamente y observé a mi alrededor, estaba en una habitación mediana, cubierta por la poca luz que entraba por la ventana, las cortinas flameaban al compás de la suave brisa. Me encontraba completamente desnuda en aquella cama y sola.
Di un respingo cuando la puerta se abrió, me cubrí rápidamente con la sábana el pecho, pero suspiré aliviada cuando mis ojos vieron a Austin.

Sonreí inmediatamente.

-Buenos días, dormilona. -dijo él, entrando a la habitación.

Llevaba solo un pantalón de chándal y el torso desnudo. En sus manos cargaba una bandeja con lo que suponía era el desayuno.
Lo observé mientras mordía mi labio inferior. Él levantó la mirada y me miró con esos ojos llenos de amor.

-¿Qué? -sonrió.
-Entonces así se siente.
-¿El qué?
-El paraíso. -suspiré.

Él rió entredientes y se acercó a mi cara.

-Tú eres el paraíso, muñeca. -besó rápidamente mis labios y se alejó.
-¿Tú lo hiciste? -pregunté mirando la bandeja. Había de todo, desde café hasta fresas con chocolate.

Él frunció una ceja y me miró divertido.

-¿Tú qué crees?
-Creo que no. Matteo dijo que cocinas horrible.

Austin soltó una carcajada.

-¿Eso dijo? Ése niño me escuchará. Pero tienes razón, ¿sabías que hay una mujer que se ocupará de la cocina? Dustin no me informó eso.
-¿Dónde estamos? -le pregunté, mientras comía una tostada llena de nutella.

Él me miró y sonrió de oreja a oreja.

-Supongo que el Caribe me pareció una buena opción para secuestrarte.

Abrí un poco mis ojos mientras tragaba la comida que yacía triturada en mi boca.

-¿Estamos en el Caribe? -pregunté en un chillido.

Austin se tumbó a mi lado en la cama y tomó una fresa, llevándosela a la boca. Se encogió de hombros.

-Es un lugar fantástico para estar, ¿no te parece?

Asentí y abrí la boca para responderle, pero el timbre del teléfono empezó a sonar y a vibrar en la mesita de noche.
Con Austin nos miramos y luego él estiró su brazo para tomarlo. Me lo dio.

-Es mi padre. -tragué saliva, mirando la pantalla del iPhone.
-¿Quieres que responda yo?

Yo negué y deslicé mi dedo por la pantalla, respondiendo la llamada.

-Hola, papá. -apreté los labios.
-Estuve pensando toda la tarde de ayer y parte de la mañana de hoy de como recriminarte lo que hiciste.

Cerré los ojos uno segundos.

-Alison, estoy profundamente...
-Molesto. -le interrumpí. -Lo sé, papá.

Austin me miró en silencio.

-¿Tú bromeas? Estoy de todo contigo menos molesto.

Miré a Austin.

-Así que... ¿no estás molesto?

Austin sonrió de lado.

-Cometiste el acto de amor más increíble que jamás haya visto en mi vida, hija.
-Tú hiciste lo mismo, papá.
-Alli.
-¿Qué?

Escuché como tomó aire y luego soltó una risita ronca.

-Estoy tan orgulloso de ti, mi cielo. Espero y ese idiota al que amas te haga increíblemente feliz, sino tendrá que vérselas con James Black y no creo que eso le guste.

Sonreí y tomé la mano de Austin.

-Lo seremos, papá. Lo prometo.
-Te iba a preguntar en donde exactamente están, pero tu madre no me deja. Cuidate, mi amor, cuidate mucho. Te amamos.
-Y yo a ustedes.
-Oye.
-¿Qué? -reí.
-Me gustaría un nuevo nieto, Matteo está tan solito. Adiós, hija.

Cuándo hubo colgado, miré fijamente a Austin. Él ya me miraba.

-¿Todo bien?
-No podría estar mejor. -sonreí.
-¿Qué es lo que dijo?
-Quiere un nuevo nieto. -solté una carcajada.

Él corrió la bandeja un poco, se volvió a acostar y me abrazó por la cintura, hundiendo su cara en mi cuello.

-Deberíamos empezar a crearlo, ¿no? -susurró, besándome y succionando la sensible piel de mi cuello.

Di vuelta en la cama, quedando frente a él. Volví a cubrir mi pecho con la sábana.

-Antes de querer crear un nuevo Bass, dime algo mejor... -él sonrió. -¿Lo hablaste con Mia?

Austin me acercó más a su cuerpo y chocó su frente con la mía.

-Estoy seguro que le encantará la idea. Ella te adora, cariño. No te preocupes por eso, ¿si?

Asentí y apoyé mi cabeza en su pecho. Lo rodee con mi brazo.

-Sabes que soy la mujer más feliz del mundo, ¿verdad?
-Me alegra oírlo. -me besó el pelo.

Suspiré y lo abracé con más fuerza.

-Pensé que se había acabado. -le susurré apenas audible. -En serio pensé que me habías soltado para siempre, Austin.

Él se quedó en silencio unos segundos, luego suspiró.

-Lo pensaba hacer de verdad. -murmuró y negó sonriendo. -Pero supongo que en mi mundo algo se empeñaba en hacerme arrepentir al minuto. Dejé a Mia en casa y fui directo a un bar, me pegué la borrachera de mi vida y entonces a Christopher Balbiani se le ocurre aparecer justo en el mismo bar.

Me quedé en silencio, escuchando cada una de sus palabras.

-Se sentó a mi lado y pidió un whisky. No tenía ganas de hablarlo, no tenía ganas de escuchar su maldita voz, sin embargo lo hice y lo hablé. Le dije que te amaba con todo mi corazón, pero que él había ganado esta vez. Le dije que yo nunca más sería un problema y le pedí por favor que te hiciera lo más feliz posible y que cuidara de ti, no recibí alguna respuesta de él así que me levanté como pude e intenté salir de aquél lugar... fue cuando me habló; me dijo que él jamás te tuvo, que él jamás había ganado. Me dijo que tú me amabas igual o incluso mucho más de lo que yo te amaba a ti, me aseguró que te haría feliz y se marchó sin más.
-Él... ayer me dijo que tú esperabas por mi, ¿acaso habían planeado todo aquello?

Él negó.

-Sabía que no te casarías, o al menos sabía que Christopher no te obligaría a hacerlo. Así que solo fui y me planté fuera del hotel... esperando por ti.
-Estabas seguro que iría. -le confirmé y él sonrió.
-Yo solo estoy seguro de que te amo tanto, muñeca, y de lo demás tengo en duda todo. -me acarició el rostro.

Bajé la mirada unos segundos y luego le miré, sonriendo.

-Ahora seremos solo los cuatro.
-Para siempre.
-¿Para siempre?

Él sonrió y besó mi frente.

-Para toda la eternidad, mi amor.

Viejo Amor  (Segunda temporada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora