Unidos Jamás Seremos Vencidos - (Inazuma Eleven)

Capítulo 35

(POV Kiara):

—¿Qué quieres, madre? —sentí como todos dirigían sus miradas hacia Val y mí.

Un montón de recuerdos inundaron mi mente, pero ninguno de esos recuerdos era bueno.

Pensé que no volvería a verla jamás, pero ahí está, justo en frente mío.

—Me alegro que me sigas considerando como tal, después de todo, yo te críe —luego se dirigió a mí—. Has crecido mucho, Kiara —estiró su brazo para tocar mi cara, pero me aparté.

—Responde mi pregunta —Val estaba llegando a su límite de autocontrol— ¿Qué rayos haces aquí?

—Verán, yo soy la organizadora de este torneo y, quieras o no, yo soy la que da las ordenes —le hizo un gesto a los encargados de seguridad y éstos se alejaron un poco, pero mantenían sus ojos fijos en nuestras acciones—. Me alegro de tener aquí al campeón del torneo del año pasado y, sobre todo, de poder ver nuevamente a mis hermosas niñas.

—Ellas jugarán con el equipo —le dijo el señor Hillman tratando de volver el ambiente un poco menos tenso—. Tienen un gran potencial.

—Eso ya lo sé. Después de todo, yo me encargué de eso —Val gruñó—. Me alegro de poder tener hijas tan buenas como ustedes y recuerden que si tienen algún problema, yo siempre estoy aquí para ustedes.

Mis manos comenzaron a temblar, ya no podía controlar mis nervios. No sabía que hacer.

—Bien, suerte en los partidos y disfruten de este maravilloso torneo —se despidió y los guardias la escoltaron hasta la salida.

Una pregunta rondaba por mi mente: ¿Por qué tenía que aparecer justo ahora?

Luego de eso, volvimos al lugar en donde nos alojábamos.

Las gerentes sirvieron la comida, pero no tenía mucha hambre, por lo que me disculpe y me fui a mi habitación. Por suerte, nadie preguntó nada sobre lo ocurrido.

Al llegar a mi habitación cerré la puerta tras mí y me acerqué a Val, que estaba mirando por la ventana.

—¡¿Por qué no me dijiste?! —le espeté—. ¡Tú sabías de esto y no dijiste nada!

—Fue por tu seguridad.

—¿Vas a seguir con lo mismo? ¿Sabes qué?, ¡ya estoy harta de tus secretos! Hace unos cuantos meses lo acepté y dejé que los guardaras, pero ya no puedo soportarlo más. ¿Por qué me guardaste este secreto? ¿Acaso pensaste que evitarías que esto ocurriera? ¡Responde!

—Kiara, ya basta.

—¿Basta de qué? Mejor basta de tus estúpidos secretos —me acerqué un poco más a ella—. ¿Ahora qué? ¿Nuestro padre está suelto y nadie sabe su paradero?

—¿Y qué hay si lo está? Los policías se están encargando de eso y yo estoy encargándome de protegerte de otros peligros.

—¿Qué otros peligros? ¡Nosotras siempre hemos vivido en base al peligro! Por si no lo recuerdas, siempre hemos vivido con el peligro pisandonos los talones.

—Es distinto...

—¿Distinto? ¡¿Distinto de qué?! —recordé la charla que había tenido horas atrás con Axel y descubrí algo—. ¿Tú le dijiste? ¡¿Le dijiste a él, pero a mí no?!

—Sí, le dije, pero no todo...

—Da igual, sabías de todo lo que estaba ocurriendo con nuestros padres, pero tú no quisiste informarme. No quisiste por temor a que me pasara algo, porque pensabas que estaba en peligro, ¡pero si piensas un poco tal vez el no saber sea un peligro o quizás tú seas un peligro...!