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Iba de regreso a mi casa después de salir del trabajo. Traía puestos los audífonos y caminaba al ritmo de una canción que me había gustado mucho. Y al llegar a una esquina, al no poner atención al camino por estar pensando en lo que decía la canción, choque con otra persona que tampoco estaba poniendo atención por estar atento a su teléfono. Era una persona bastante grande, el golpe que le di no le hiso más que hacerlo soltar su teléfono, pero yo termine cayéndome al suelo y como estábamos en épocas de lluvias, termine cayéndome en un charco

-discúlpame – me dijo ese sujeto mientras me ayudaba a levantarme – no estaba poniendo atención al camino

-no se preocupe, yo tampoco estaba poniendo atención

Estaba totalmente empapado, trate de seguir mi camino pero a causa del frio mi cuerpo se puso a temblar

-por favor, permíteme ayudarte, estas todo mojado

El sujeto se quito su abrigo y me cubrió con él. Cuando hiso eso lo mire a la cara haciéndome pensar en que ya lo había visto antes, tenía la sensación de que ya nos conocíamos. Ese rostro con la barba de candado, ese enorme cuerpo y lo que se notaba entre sus... ¡ay por dios! ¡Era él! el sujeto que me partió a la mitad en el baño de aquel antro al que llegue cuando Neil me dejo. El súper machote.

Había hecho muchas locuras esa noche, y ahora después de tanto tiempo tenia a una de esas locuras frente a mí. Quería salir corriendo de ahí, pero estaba tan sorprendido que no podía moverme

-perdona pero, tengo la sensación de que nos hemos visto antes ¿nos conocemos? – Me pregunto el sujeto mientras me sostenía del mentón para poder ver mejor mi rostro – ah sí, eres el chico del baño de aquel antro

-¡por favor! – Le suplique – no le digas a nadie lo que paso. Estaba muy ebrio y no me daba cuenta de lo que hacia

-hey, hey, tranquilo. Yo también quería pedirte una disculpa, no eras el único alcoholizado esa noche. Me convierto en otro cuando estoy ebrio. Espero no haberte lastimado esa noche. ¿Pero que estoy haciendo? Se me hace tarde y te debes estar congelando. Ven conmigo, te llevare a un lugar donde puedes cambiarte esa ropa mojada

No es que yo haya querido aceptar acompañar a ese hombre, pero él me cargo en sus brazos a lo tipo princesa y me llevo con él, esta vez no tuve opción. No me moví ni dije nada, solo trataba de cubrir mi cara con ese abrigo para evitar la vergüenza que sentía al ver la manera en que las personas nos miraban al vernos pasar

El tipo me llevo a un club deportivo. Era el mismo club al que estaba inscrito Carl y algunos de mis primos, si no muy bien recuerdo era muy exclusivo. Aquí ese hombre, que se llamaba Martin, me prestó algo de ropa para que la usara mientras la mía se secaba. Su ropa me quedaba exageradamente grande, era como cuando un niño se ponía la ropa de su padre para fingir ser un adulto

-vamos Armando contesta – mencionaba Martin al tratar de comunicarse con alguien – vamos no me hagas esto

Martin parecía desesperado al no poder contactar con ese tal Armando. Pensaba en no entrometerme en sus asuntos pero, después de todo, él me ayudo al traerme aquí y prestarme su ropa mientras la mía se secaba. Lo menos que podía hacer era devolverle el favor

-¿sucede algo malo? – Le pregunte – si tienes algún problema tal vez yo pueda ayudarte

-dijiste que tu nombre era Chris Arango ¿verdad? Tú eres de esa familia de futbolistas. Oye, sé que esto suena algo alocado pero, podrías ser mi pareja

-¡¿eh?! – exclame asombrado ante aquella propuesta

-wo, tranquilo, creo que lo entendiste mal. Veras, juego tenis, hoy me enfrentaría a un equipo con quienes me llevo mal, habíamos quedado en jugar hoy para demostrar quién era mejor pero mi pareja de equipo me acaba de dejar plantado. He escuchado que los Arango son muy buenos jugadores así que me gustaría que me apoyaras en este juego.

Un partidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora