four; age 14.

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four; age 14.

¿Skittles o Starburst? —Me giré a Elle con ambos dulces en mano. — Compramos paquetes de estas cosas para comer toda una semana, así que si quieres Skittles rojos, te recomiendo que corras a comprar otros quince paquetes, me quedo con estos. —Sonreí abiertamente.

— Prefiero las barritas de avena — Respondió sin ánimo. Mi sonrisa desapareció tan rápido como había llegado.

— ¿Qué? —Estaba sorprendida, Elle nunca comía esas barritas, las odiaba. Abrí mi boca indignada — ¿Estás rechazando estos tesoros? Me parece una falta de respeto.

—Sólo no tengo apetito Alex, es todo. —Y siguió jugando con las mangas de su suéter azul.

—Elle... —Dejé los paquetes de dulces en la cama y me senté junto con ella. — ¿Quieres... hablar de eso?

Esta tarde ella y su papá habían discutido sobre algo que desconocía. No quería forzarla a contarme el motivo de sus lágrimas empapando esas tiernas mejillas de Hámster, así que mamá la invitó a quedarse en casa esta noche, para según su argumento tener una bien merecida "noche de chicas". Sus papás no se negaron y Elle tampoco, pues sabía que le haría bien despejar su mente por un momento.

—No. Está bien, sólo... —Titubeó y respiró profundo. — Realmente quiero Skittles rojos.

—Oh, no. Te costará muy caro, y más te vale recompensarlo con un maratón de Harry Potter. —Reí y le di un pequeño apretón a su mano antes de levantarme e ir por el control remoto, pero la presión en mi muñeca no me permitía llegar más lejos que a la orilla de la cama.

— ¿Podrías darme una taza de chocolate caliente?— Preguntó soltando poco a poco su agarre. Fruncí el entrecejo.

—Eso... no es muy buena combinación, te soltará el estómago.

—Por favor...— Susurró. Enderecé mi cuerpo y puse la palma de mi mano a la altura del corazón.

—Lo que la princesa ordene.

—También una manta calientita...— Comencé a caminar hacia la puerta.

—Por supuesto, su majestad.

—Y un abrazo.

— ¿Por qué no?— Y justo antes de salir de la habitación, la voz entrecortada de mi amiga me hizo detenerme.

—Ahora. — Giré mi cabeza para ver como cascadas de lágrimas empapaban las mejillas de Elle y un doloroso sollozo surgía desde el fondo de su garganta. — Por favor...

En menos de un segundo, mis brazos rodeaban el delicado cuerpo de Elle, su cabeza descansaba en mi hombro y las gotas saladas que escurrían por sus pómulos terminaban el recorrido en mi sueter. La abracé con fuerza cuando sus hombros temblaron y le costaba respirar con normalidad.

—No puedo más, Alex. Papá... Papá dijo que el tratamiento no es suficiente, no está funcionando.

Mi corazón dejó de latir por un momento, la respiración quedó atorada a mitad de mi garganta y mis ojos comenzaron a picarme.

—Era nuestra última esperanza, ahora no queda nada. —Sorbió los mocos y arrugó con fuerza mi suéter. — He hecho tanto... tantas cosas y mamá no ha estado ahí. Traté de vestirme decentemente en una cita con Randy y resultó que no tengo buen gusto de la moda, ¡No obtuve una opinión femenina al respecto! Tuve mi primer juego de soccer y metí el gol ganador, al terminar el partido las mamás corrían y abrazaban a sus hijas y la mía no estaba ahí, no vio lo que hice, Alex. Brad ya no habla con nosotros, solo quiere estar en su habitación y papá no sabe qué hacer, está creciendo sin una madre en casa. Traté de maquillar a mamá esta tarde, pensé que tal vez la haría sentir mejor, no lo sé. Pero no puedo más... No puedo.

Elle siempre fue una chica alegre, incluso en los peores momentos siempre sonreía. Pero creo que nunca había pasado por un momento tan difícil como este, ahora ya no lo hacía.

Después de cinco tazas de chocolate caliente, siete paquetes de skittles rojos y un bowl gigante de palomitas de maíz, Elle y yo estábamos frente al televisor, acurrucadas debajo de la cómoda manta de la cama, viendo como el profesor Lupin sufría de la transformación de hombre lobo por la luna llena y como el profesor Snape protegía al trío de oro de no ser atacados.

—Olvide decirte, mañana saldré con Lee al parque de diversiones. Estás cordialmente invitada. —Soltó animadamente Elle mientras se metía un puño de palomitas a la boca.

—Huh... No lo sé Elle, no creo que sea correcto. Pero gracias. —Sonreí y tomé otro paquete de esos adictivos dulces.

— ¡Oh, vamos! Espero que no estés pensando en rechazar esta oportunidad de finalmente divertirnos como se debe. Si lo que te preocupa es Lee, créeme, no tienes porqué hacerlo. No se enojará, lo prometo. —Sonrió. Ahí está, esa característica sonrisa. — Al contrario, quiere conocer a mi hermana de otra madre. —Volteó y me guiñó el ojo.

Solté un suspiro y volví a poner atención a la película, puede que no sea mala idea después de todo.

—Bien, hablaré con mamá más tarde. —Sonreí abiertamente y miré a Elle.

— ¡Sí!— Levantó su puño e hizo una mueca un tanto extraña que me hizo reír.

Fue entonces cuando lo recordé. Ese chico.

— Elle...

— ¿Hum?

— ¿Quién es Randy? 

chapstick; Lee FlynnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora