Todo comienza

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ANNA.

Me despierto en mi cama del orfanato,que chirría a cada movimiento que hago, es medianoche y todas las demás niñas duermen profundamente.
Tengo frío , mis pies descalzos están blancos, estoy temblando a pesar de que por mi frente resbalan gotas de sudor, tengo los nervios a flor de piel.
La pesadilla se repite.
Cada tres noches .
Nunca falla.
En ella aparecen mi hermana Caroline, con su tez blanquecina y sus tirabuzones rubios corriendo hacia los brazos de mamá . Ella también está muy guapa, lleva un vestido azul cielo y el pelo recogido en dos trenza de espiga. Las dos se cogen de la mano y susurran mi nombre y me hacen señas para que me acerque. Yo llevo el pelo enmarañado y cubierto por un sombrero con un lazo azul, visto un vestido de tul, beige que me llega prácticamente hasta los pies, que están descalzos.
Trato de correr hacia ellas , pero mis pies me pesan demasiado y no consigo llegar, miro a mi hermana Caroline con ojos de corderito degollado y puedo ver un destello de maldad en su mirada. Cuando al fin consigo alcanzarlas las abrazo y ellas se desvanecen en mis manos como cenizas, yo grito.
Ahí me despierto.
Todo sucede en el jardín trasero de nuestra antigua casa , antes del incendio que cambiaría repentinamente nuestras
vidas, sobre todo, la mía .

Trato de volver a dormirme , tardo en conseguirlo pero finalmente rendida por el cansancio, caigo en un sueño profundo.
Me despierto a las 6.30 de la mañana escuchando el sonido de la campana que la monja encargada de despertarnos, agita efusivamente.
Camino somnolienta hacia el cuarto de baño, me aseo y me pongo el uniforme.
Soy la más nueva en el orfanato, me trajeron aquí hace unas dos semanas después del incendio.
Mi hermana y mi madre fallecieron en el, mi padre sobrevivió pero no se sentía con fuerzas para cuidarme así que me envió aquí , sin opción a decidir nada.
Camino por el pasillo hacia el comedor del orfanato, voy sola. No he hecho ninguna amiga aquí desde que he llegado, me siento muy vacía .
Llego al comedor, me siento el la última mesa, me asignaron ese sitio. Sor María una monja alta y esquelética con una vista pésima y a pesar de eso se niega a usar gafas, me sirve el desayuno. Leche y dos trozos de pan.
Es domingo, tenemos la tarde libre, a primera hora tenemos que ir a la dichosa misa, que dura toda la mañana.
Normalmente las niñas reciben sus respectivas visitas la tarde del domingo, pero yo ya llevo dos semanas aquí y mi padre aún no ha venido a verme.
Espero en la sala entreteniéndome con un dominó hasta la merienda. Pero una monja viene avisarme de que tengo una visita.
Espero que sea papá .
Entro en la salita de visitas y me siento en la mesa que me indica la monja. Veo a mi visita, no es alguien que precisamente me apeteciera ver.
Es mi tía Juliette la hermana de mi padre, lleva unos vaqueros ajustados y una blusa de flores con demasiados colores. Lleva el pelo recogido en uno de sus extravagantes peinados y me mira con una sonrisa falsa.
Sólo viene a rogarme de nuevo que me vaya a vivir con ella, pero no aceptaré. Quiere que me vaya con ella para presumir de ser una buena tía entre sus amigas ricachonas. Ella siempre fue una egoísta, odiaba a mi madre, no puedo irme con ella. No me iré . Al menos no con ella.

CarolineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora