Tarde de otoño

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Era la tarde de otoño mas linda del año, estaba volviendo a casa después de un pequeño viaje con mis mejores amigas, todo iba bien, el viaje había sido hermoso, era la primera vez que salíamos de la provincia solas, se siente bien que tus padres te dejen crecer y experimentar a tu manera, ya quiero llegar a casa y ver a Mamá y a Papá que están mas felices que nunca, hace ya un año se volvieron a casar, se separaron por errores de adultos pero bueno, eso ya quedo en el pasado, hoy su amor esta mas fuerte que nunca, Mamá está embarazada y piensa que no lo se pero encontré los análisis una semana antes de viajar, supongo que hoy querrán darme la noticia de que ya no voy ser la hermana menor, tengo solo una hermana se llama Pamela tiene 24 años y estudia Biología Marina, ella dice que no quiere tener novio porque su carrera esta primero, pero se que le gusta mucho un chico llamado Agustín, lo se por que es primo de Sol, una de mis mejores amigas. Tengo las amigas mas perfectas que puedan existir, las conocí en la escuela y hacemos juntas el secundario, nos queda un año para terminar, Sol quiere ser Nutricionista, Micaela quiere tener su propio Bar y yo quiero ser Fotógrafa, tenemos planeado vivir juntas, pero bueno, a esta edad una planea muchas cosas.

Solo faltaban pocos minutos para llegar a casa, ya iba saboreando el pastel de bienvenida que seguramente mi padre había preparado, el es chef tiene su propio restaurante y lo nombro en mi honor "VaLl" por Valeria, mi nombre, ya que lo inauguro hace 17 años, cuando yo naci, no es el mejor de los restaurantes del lugar pero es muy reconocido por sus postres;

-Pare aquí- Le digo al taxista con entusiasmo. 

    Decido bajar un par de cuadras antes solo para disfrutar del viento frió y el sol cálido que ilumina mi barrio, vaya error, si pudiera volver el tiempo atrás y solo bajarme en la puerta de mi casa no hubiera pasado todo esto, o quizá lo hubiera retrasado un poco mas, hubiera podido ver a mi familia una vez mas, me hubiera dado el gusto abrazarlos y decirles cuanto los amo, pero hoy ya va un mes que no los veo, un mes que me tienen prisionera, un mes de que este enfermo me tomo a la fuerza, quien diría que esto me hubiera pasado a mi, solo era una chica normal, con sueños esperanzas y ganas de vivir.. hoy no tengo nada.

    Recuerdo todo de esa tarde, aun cuando cierro mis ojos siento el sol en mi cara y el viento fresco moviendo mi cabello rojizo, recuerdo la trafic blanca descuidada de vidrios polarizados, recuerdo todo en cámara lenta, fue como si el tiempo de pronto no existiera, aun siento la mano fría tapando mi boca, me quedo una marca en la espalda por que me inyectaron algo que me inmovilizo, aun estaba consciente pero mi cuerpo no respondía, me tiro brutalmente dentro del vehículo, olía a tierra, no entiendo como nadie escucho los pequeños gritos que pude dar en el forcejeo para que no me inyectaran, todas mis cosas quedaron esparcidas en la calle a tan solo dos cuadras de mi casa, solo quedo conmigo mi bolso de mano; creo que pasaron al rededor de 40 minutos y aun me siento débil, no puedo moverme y me cuesta hablar, solo logro hacer débiles sollozos, el tipo que conducía no dijo ni una sola palabra en todo el tiempo, podía verlo por el retrovisor pero no lograba distinguir bien su rostro por que tenia mis ojos llenos de lagrimas, de pronto siento que mis piernas recuperan movilidad, y luego responden mis manos, fue un error atacar tan rápido, considerando que mi fuerza era débil fue fácil para el noquearme de un puñetazo en el rostro. 




El sonido del silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora