One shot.

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El aburrimiento es una enfermedad que va empeorando progresivamente. Nadie lo sabe mejor que yo, nadie puede saberlo mejor que yo, quien ha estado en ese estado por casi tanto tiempo como dura la vida de una estrella.

Llevo encerrada en esta esfera blanca de vacío ya hace tantos eones que estoy a punto de hacer lo único que nadie en su juicio debería, lo único que me prohibí a mí misma hacer.

Hablaré con ella.

Si, alguien cuerdo no lo haría, pero mi juicio se perdió cuando dejó de importarme por qué había hecho esto, cuando deje de auto vanagloriarme en mi supuesto sacrificio.

El mundo que ahora veo solo es una nada vacía. Sin cielo, sin tierra. Murallas invisibles son lo único que me sostiene. Un lugar sin relevancia, creado a la imagen de mi corazón. Una cárcel donde yo soy la custodio y ellas mi prisionera. O al menos así es como debía ser.

Pero ahora, siento que yo siempre he sido la verdadera prisionera prisionera, pues ella parece estar demasiado a gusto aquí.

—¡Ah! ¡Marie! ¡Así que viniste a hablar conmigo! ¡Qué bien, que bien! ¡De verdad que ya me estaba aburriendo!

Y ahí está, sentada en el centro de lo que es casi un universo recién nacido. Mi universo. Con aquella sonrisa eterna que pareciera jamas perder. Horrenda, ella es horrenda. Esa... Esa cosa, por quien deje de ser humana.

—Oh, jamás dejaste de ser humana, querida. Es por eso que te aburriste. Solo los humanos se aburren. Pero no importa, no importa. Ya sabía que pasaría. Después de todo, fallaste. Como siempre.

De nuevo aquel comentario. Siempre decía lo mismo. A veces gritando, a veces en voz baja, pero siempre con esa sonrisa desdeñosa en su asqueroso rostro robado. Antes solía ignorarla en este punto, pero ahora era momento de saber porque intentaba provocarme. No cambiaría nada, pero al menos espantaría por un rato al aburrimiento.

—¿Falla? No hay falla —le respondí, sentándome en el suelo frente a ella. Ese acto no me beneficiaba nada, bien podría estar toda la de eternidad de pie sin cansarme, pero era algo que hacía inconscientemente, tal vez un recuerdo de cuando fui humana—. Te atrape. Estarás aquí por la eternidad.

—Oh, no querida, no me atrapaste. Bueno, sí. Pero no como crees.

Aquella asquerosa mueca que imitaba a una sonrisa se ensancho mientras me decía esas palabras. Ha pasado tanto desde la última vez que en mi rostro se reflejó una emoción, tanto desde que sentí algo por última vez, que ver esa sonrisa incluso me hizo tranquilizarme, aunque era una que podía causar locura a quien la observaba.

—¿Quieres?

Enfrente de nosotras aparecieron dos tazas de un blanco puro. Estaban llenas de galaxias moribundas, pero en cada galaxia se podía sentir un atisbo de vida.

—Es mejor cuando están frescas, pero servirán.

Y, como si fuera una taza de café, ella bebió aquel fragmento de universo.

—¿No beberás? Ya no eres humana, recuerdas, ¿Marie? Beber un simple fragmento no debería ser nada para mi custodio. ¿O sí? ¿Te importan unas simples vidas? Ni siquiera son humanas y las saque de un universo moribundo y sin custodio antes de que me capturaras. ¿Aun así no beberás? Eres aburrida, Marie, muy aburrida. Por eso estas aquí, porque yo sí sé divertirme. ¿Te quito tu aburrimiento, Marie? ¿Sí?

—Cállate, monstruo —le ordene.

—Oh, no, Marie. No soy un monstruo. Un monstruo es un muñequito de cuerdas comparado conmigo, incluso si solo es esta parte de mí ser. ¿Sabes porque no me puedes vencer, Marie? ¿Quieres que te lo diga?

Pese a que sentí algo de repulsión, bebí el contenido de esa taza. De todas formas, si eran producto de un universo moribundo, que perecieran ahora era lo mejor, antes que ir a una realidad inexistente y vivir en un nada total.

—Dijiste que este universo ya no tenía guardián, ¿acaso hay más?

—Por supuesto, querida. No te creas única. Espera, tal vez lo seas, ya que tú ascendiste a guardián. Los otros nacieron como tales al principio de cada universo y murieron con su realidad al ser consumidos por mis hermanos. Aquellas bestias estúpidas y vulgares que solo saben consumir universos agonizantes. Pero no los puedo culpar, el guardián de cada uno los oculta hasta que mueren. Sin guardián, los universos se convierten en un festín para los míos.

—Pero tú eres diferente. Consumes realidades en su apogeo.

—Claro que sí, querida. Yo soy el único que he sido capaz de ver más allá del velo, aunque ese mismo me impide pasar para consumirlo. Solo tengo que... romperlo un poco y ya está. Pero, ¿sabes? Esas mismas acciones hacen que haya miles de yo, ya que al ingresar a una realidad, me apego a sus leyes. Sobre todo a la que dice que cada acción hace una línea de tiempo nueva. Una realidad nueva. Una yo nueva. Por eso no puedes ganar, Marie. Hay miles de mí que se extienden por el cultivarse, multiplicándose, consumiendo. Lo siento, en casi todos nuestros enfrentamientos has perdido y tus amados universos han sido devorados por mi yo del más allá. Sí, hay veces que ganas, pero son los menos. Esta no es una de ellas, ya que al hablarme has dado mi ubicación a mis otros yo. Ya viene, Marie. Ya casi están aquí...

—Lo sé, pero estoy preparada.

Funciono, me había deshecho de mi aburrimiento al hablar con ella.

Si, sentía a millones de sus otros yo venir a mi hogar. Pero, al igual que ellas, había millones de mí que habían logrado encarcelarlas. Y ellas también protegían las puertas de este universo prisión, donde se encontraba la semilla del caos original.

—Perderás. Traspasaran tus defensas y me liberaran, entonces consumiré las realidades que con tanto ahínco custodias. Y lo hare frente a ti. Lo veras, Marie Rith, yo ganare. Mi yo del mas allá atraerá a los otros dioses dimensionales y esas bestias locas se darán un festín con tus universos. Y yo seguiré creciendo, multiplicándome, hasta que el poder sea suficiente como para vencerte...

—Sigue hablando —le dije—. Pero no pasara. Sin la semilla original, tus otros yo son más débiles que un guardián promedio. Nunca podrás rasgar la brecha dimensional. No posees ya el poder suficiente para ella. Por tanto, tú yo del mas allá ya no puede comer y tú no puedes fortalecerte. Estarás aquí para toda la eternidad, incluso si yo llegase a desaparecer.

—Tienes razón. Tienes toda la razón.

Debí darme cuenta que su expresión había cambiado a una más horrible. Debí darme cuenta del significado de sus palabras.

Si, ella no podía rasgar las brechas dimensionales. Pero eso no significaba que no pudiera encontrar a alguien que lo hiciese por ella. Susúrrale a los humanos para que abrieran su universo a su yo del más allá. Controlarlos para otorgarle mas poder.

En vez de percatarme de eso, simplemente me pare y me fui.

Por mi ineptitud la semilla del caos original podría escapar y entonces destruiría toda la existencia.

Solo espero que no haya idiotas que le hagan caso.

A quien engaño, siempre habrá idiotas que cederán antes sus susurros.

Pero también habrá quienes le opongan resistencia. Rezare para que ellos ganen.

Soy la guardiana, ella, la semilla del caos original es mi prisionera. Ustedes también recen para que jamás pueda escapar y no cedan ante ella.

La guardiana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora