Ana
Fernando no noto que me di cuenta que no se acostó a mi lado, y no sé hasta qué hora... pero al parecer no durmió ¿que le habrá dicho Diego? Tal vez lo de la boda ya no se haga en dos semanas.Al despertar me di cuenta de que ya no estaba en el sofá... bueno en realidad no estaba en ningún lado de la habitación.
¿Querrá hablar conmigo? Me levante y me di una ducha rápida, para después bajar a desayunar, me encontré con toda la familia bailando en la cocina.
Fernando me vio y se le dibujó una hermosa sonrisa.
Se acercó a mi y me tomo de la cintura, plantó un beso en mis labios y me volvió a sonreír: — No te quise despertar por qué te veías muy cómoda...— me dijo suavemente.
— No te preocupes, ya estoy aquí.— le di otro beso.
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Desayunaron, y llevaron a los niños a la escuela.
Después de eso se dirigieron a el trabajo. Estuvieron cada quien en sus oficinas.
Fernando vio la hora, y noto que ya eran casi las cinco de la tarde, así que salió de su oficina y camino rumbo a la de Ana.
Toco suave y después abrió la puerta: — ¿Vamos a comer?
Ana se quitó los anteojos que traía puestos y sonrío: — Creo que aún tengo mucho trabajo...— Fernando paso y cerró la puerta.
— Bueno, yo ya terminé... vamos a comer algo y regresando te ayudo en lo que necesites.— se acercó con ella y le extendió la mano.
— ¿Seguro? Pienso que lo que necesitas es...
Fernando no la dejo terminar: — Distraerme... que mejor que el trabajo ¿no?
Ana asintió y le tomo la mano: — Vamos entonces.
Caminaban hacia la salida tomados de la mano.
— ¿Que quieres comer? ¿Algún antojo en específico?
— Mmm, si, queremos un poco de ensalada con pollo.— Ana vio el rostro de Fernando y soltó una carcajada.— Es broma, ¿qué tal si vamos aquí a la vuelta? La comida es deliciosa y no está nada lejos.
— Me parece perfecto.
Ambos caminaron unas cuadras, entraron y pidieron de comer.
Ana veía a Fernando un poco distraído, tal vez pensando en lo qué pasó los días anteriores. Ella decidió terminar con el silencio que los invadía y hablo sin más: — Estefanía y yo hablamos mientras tú hablabas con Diego...
Fernando cerró los ojos al escuchar aquellos dos nombres.
— Ni siquiera los menciones, en estos momentos son las personas que más aborrezco en el mundo.— Ana poso su mano arriba de la de Fernando.
— Créeme que yo no los quiero en estos momentos. Si ella te hubiera dicho la verdad desde el principio, tú y yo hubiéramos estado juntos desde siempre. Nunca hubieran estado separadas nuestras hijas, y tal vez hasta Enrique e Isabela fueran unos buenos amigos.— Fernando apretó más sus ojos y soltó un suspiro.
— Creo que no me estás ayudando cariño...— hubo un silencio un par de minutos, hasta que se escuchó decir a ambos:
— Hay que posponer nuestra boda.— soltaron los dos de pronto.
Entonces Fernando abrió los ojos, y se quedó mirando los de Ana.
— Mejor ya hay que casarnos mañana.— tomo la mano de Ana y la beso.