ú n i c o

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Byungchan estaba regando una planta en el campus cuando lo encontró. No podía entender la fascinación del menor con las plantas, aún así, la encontraba jodidamente interesante.

El más alto parecía absorto en lo que hacía sin mostrar un ápice de conocimiento de que su hyung estaba parado frente suyo observandole.

Pero Sejun si era consciente de él.

Desde que había conocido al castaño éste siempre había sido uno con las flores y árboles de su alrededor. Las estudiaba, observaba, analizaba y al final terminaba cuidandolas embelsado por sus hojas.

¿Qué tenían de especial esos retoños que hacían a Choi Byungchan actuar como enamorado?

—¡Oh, hyung! ¿Lleva mucho tiempo allí parado? —Musitó el menor muy bajito, tanto que el pelinegro tuvo que acercarse más a él para oirle mejor.

—Para nada, venía de paso y te vi aquí, así que decidí averiguar que hacías.

—Sólo eso, ¿Eh? —Cuchicheó entre dientes el menor. Por un momento creyó que Sejun se había acercado para saber de él, se desilusionó al caer en cuenta. 

Para Lim Sejun no era nadie.

Para Lim Sejun su dongsaeng lo era todo Por ello necesitaba saber que se ocultaba detrás de su gusto por las plantas.

Observó en silencio al castaño acariciar los petalos de una flor, desconocía el nombre, aúnque no podía negar que era hermosa justo como el hombre frente a él.

—¿Cómo se llama esa flor?—Inquirió mientras se sentaba en la tibia grama al lado del otro. Byungchan miró directo a su rostro, curioso en el porqué parecía importarle al mayor de un momento a otro las flores.

—Es un clavel.— Explicó despacio acariciando sus pétalos. —Se considera que estas son las flores de Dios, ¿Usted cree en Dios, hyung?

—Por supuesto, Byungchannie. ¿Por qué lo preguntas?

—Yo creo, hyung, que Dios es un ser de alta gracia y bondadoso. Pero ha cometido un error, nos ha dado la vida en este planeta poblado de riquezas y nosotros no hemos hecho más que pasar a un lado pisoteandolas.

Esas riquezas de las que hablaba eran plantas, lo sabía.

—¿Y esa otra flor cómo se llama?— Apunté a una roja. El menor volteó a mirar el lugar que había señalado, luego me miró y volvió su vista una vez más a la planta.

Parecía intentar esconder una sonrisa.

—Es una orquídea, evoca al amor y la sensualidad. Esa en particular que señalaste significa pasión y deseo sexual. —Contestó con una sonrisa burlona que le hizo tragar saliva.

Diablos, ¿Por qué de todas las flores tuvo que escoger esa? Se recriminó mentalmente.

Decidido a preguntar más abrió la boca para dejar escapar una nueva interrogante, sin embargo, no pudo acabar.

—¿La flor e—Fue interrumpido por la estridente voz del contrario quién ya harto de las preguntas explotó haciéndole cara.

—¿Por qué tantas preguntas? ¿Desde cuándo al gran Lim Sejun le importan las plantas?— Increpó molesto de que este le estuviese viendo la cara de tonto.

—Desde que a ti parecen encantarte tanto. —Confesó el pelinegro seguro de sí.

El chico le gustaba, deseaba conocerle más y con esa barrera de maleza que había construído Byungchan para que los demás no pasasen no podía.

—¿A ti qué te importa? —Refunfuñó el menor con los brazos cruzados y los labios fruncidos en una actitud claramente infantil.

—Me importa porque me gustas. Estoy interesado en conocerte. En saber porqué rayos parece encantarte tanto las plantas cuando yo soy el que quiere encantarte a ti.

Las palmas del castaño estaban sudadas. Estaba realmente nervioso no se esperaba aquella confesión tan súbita. Podía estar mas que seguro que sus mejillas debían de ser un tómate para ese momento.

—Me gustan las plantas porque cada una de ellas posee un significado distinto. Ellas son honestas al resto de los humanos, no necesitas de largos años de amistad al contrario de las personas, para conocer el significado que tienen las plantas, sólo falta acercarse y sus pétalos te susurraran su historia.

— Desearía entenderte pero me cuesta a horrores. —Suspiró abatido revolviendo su cabello con nerviosismo.

Byungchan escuchó pacientemente para después levantarse del césped. Sejun le siguió con la mirada confundido, ¿A dónde iba?

El más alto se agachó frente a unas flores y recogió una de ellas con suavidad. Se acercó con pasos ligeros arrodillandose frente a él le extendió una brillante flor que emanaba un delicioso aroma.

—¿Cómo se llama esta flor? —Balbuceó el pelinegro. Sintió su labio temblar, tenía miedo de recibir una respuesta negativa.

— Se llama Tulipán. Significa una promesa de amor sincero.—Expresó Byungchan mirándole a los ojos con intensidad. —Simboliza una declaración romántica honesta y una apuesta a una relación exitosa.

Sejun sonrió y acercó la flor a su rostro inhalando la suave fragancia.

Puede que al final haya entendido él porque Byungchan se encontraba tan fascinado por las plantas.

tulipán; sebyung. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora