MY BOY

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DISCLAIMER: My Hero Academia y sus personajes pertenecen a Kōhei Horikoshi. Escribo de él sin fines de lucro.

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Nunca había creído en el amor a primera vista ni en los cursis sentimientos que las canciones de la radio clamaban. Me parecía absurdo que la gente creyera que las palabras destino y amor iban bien en una misma oración o que las mariposas revolotearan en un lugar que no fuese un jardín. Sin embargo ahí estábamos los dos, uniendo nuestros caminos en el café de la universidad en una fría tarde de abril. Adentro olía a pan recién horneado y a café, afuera llovía a cantaros y lo seguiría haciendo por un par de días más. Así de romántico, así de inesperado.

Estaba sentado al final de la cafetería, con un libro de física entre sus dedos y su malhablada boca escondida tras la tibia tela de su holgado suéter negro, completamente ajeno a las bulliciosas conversaciones de los demás.

No pude evitar mirarlo por un tiempo demasiado largo. Todo en él me pareció atractivo; desde su desordenado y rubio cabello, su físico desarrollado y hasta la forma en que fruncía el ceño cuando se atoraba en alguna página de su libro.

Tuve la sensación de que leer aquellas páginas de física, hacer algunas anotaciones en los márgenes y terminar su latte y su croissant le tomaron una eternidad. La vida nos regaló un instante ajeno a cualquier medida de tiempo, y yo lo aproveche para grabar su malhumorado rostro en mi mente.

De un momento a otro sus rasgados ojos se despegaron del libro y se encontraron con los míos, llamados tal vez por la insistente forma en que le miraba. Sus irises pequeñas eran de un increíble color rojo que me fascino por completo. Solo su mirada bastó para enamorarme de él.

A pesar del nerviosismo que sentía me llene de valor y me acerqué con el pretexto de que su cara me parecía conocida. Él era una persona difícil pero me enorgulleció el hecho de que al menos pude lograr que me hablara un poco sobre él: Su nombre era Katsuki Bakugo, tenía veinte años y estudiaba su segundo año de física en la facultad de ciencias físico-matemáticas en nuestra universidad.

Aquella tarde nuestra conversación resulto en intrascendencias e intermitentes datos interesantes que por el hecho de haber salido de sus delgados labios aun puedo recordarlas en orden. El humor de Bakugo era amargo y a mí me pareció encantador.

Para la semana siguiente ambos almorzábamos ramen picante en un local afuera de su facultad. No estaba muy seguro de cómo había logrado convencerlo pero luego de indagar su horario con sus conocidos y topármelo "accidentalmente" en lugares estratégicos terminó cediendo.

Siempre me consideré bueno para leer a las personas. Graciosamente, Katsuki era muy transparente y fácil de comprender: muy impulsivo, agresivo y arrogante. Maldecía y puteaba a diestra y siniestra, muchas veces sin darse cuenta. Autosuficiente, al punto en que las cosas parecían ir de maravilla si él se encargaba de hacerlo. Y atractivo, logrando robar las miradas de las chicas en su facultad incluso teniendo la nariz roja por el frío.

Todo en él hacía que el estómago me diera vuelcos y que las manos comenzaran a sudarme. La sangre me burbujeaba en todo el cuerpo y mis pensamientos se disparaban en todas las direcciones cuando comenzaba a hablar de él mismo.

En un arranque de valentía, provocado por la cerveza y el picor de los fideos le confesé mis sentimientos a solo unos días de conocerle. No se lo tomó muy bien.

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