La noche pasada Denisse no había pegado ni un poquito ninguno de sus ojos. Estaba muy triste y apenada por lo del día anterior.
Llego a su salón llena de vergüenza, ahí estaban todos, viéndola. Ella intento no darse cuenta y hacer como si nada pasara.
El día aparentemente pasaba con normalidad, aunque Denisse no quería hablar, con nadie. Michel, Susan y Adri intentaron acercársele, pero ella simplemente se alejaba.
De pronto sintió que alguien la veía y era Alan, ella estaba muy nerviosa, él de pronto se acercaba. Ella sin más ni ás se volteo e iba para afuera. De pronto su amiga le hablo.
- Deni, ¿por qué te preocupas? Alan aún no tiene pareja – le dijo Michel.
- Pues y ¿dónde quedo Sari? – pregunto ironica Denisse.
- Ay Sari ira con James, el de tercero. – le dijo riendo Michel.
- Ah… bueno, eso no cambia nada. Él nunca iría con migo – dijo eso mientras se metía de nuevo al salón.
- ¿por qué dices eso? – pregunto Susan a sus espaldas.
- Harían bonita pareja -dijo Adri.
- No, no haríamos bonita pareja – dijo Denisse, un poco alto.
- Pero ¿por qué? – volvió a preguntar Susan, causando que Denisse se enojara aún más.
- Porque No. Simplemente porque NO, nunca, simplemente nunca. Alan Pereyra se fijaría en una chica como yo, JAMAS – dijo Denisse ahora gritando. – Nunca, así que dejen de decir que “haríamos bonita pareja” ¿no se dan cuenta? Él ni siquiera sabe que existo… ¡YAAAA!
De pronto se dio cuenta que todos, todos la estaban viendo. Ella había gritado más fuerte que nunca. A ella casi no le importaba, hasta que recordó que él seguía en el salón, volteo y dicho y echo, el estaba detrás de ella.
Denisse no sabía que hacer, así que sólo pudo correr.
Michel intento salir detrás de su amiga, pero alguien la agarro del brazo.- No, no vallas – le dijo Héctor, aun agarrándole el brazo. Ella lo miro sin entender.- ¿Por qué? – le pregunto confusa. Entonces se dio cuenta. Alan había corrido hacía ella.Ella se había ido a esconder entre unos arbolitos de las jardineras, pensaba que nadie estaría ahí, lo que no sabía es que él la había seguido.
Los sollozos se escuchaban silenciosos.- ¿Por qué maldita sea?, ¿por qué? – le dijo al vació. – ¡ash!, maldita sea, ¿por qué soy tan tímida? – se reprocho ella misma.
De pronto una voz, una dulce voz le hablo.
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Les recuerdo que esta novela transcurre en siete días...