"¡Estabas prendido en fuego!"

uno.

Odio mi camiseta roja, me llega hasta el codo y es incómoda. Incómoda tanto mi actividad preliminar durante toda mi vida.

Pero de todas maneras estaba moralmente obligado a usar la camiseta roja, a cuestión de mi casi "muerte". Y tenía el grado irreverente suficiente de explicar cuanta mierda me interesaba lo que había pasado.

Entré por la puerta trasera al colegio, y por suerte nadie me pudo reconocer. Llegué al salón con el aspecto de el ultimo (o unico) dios cósmico viviente, solo abrí la puerta, y solo miré a los demas. Ellos me miraban también. Y no decian nada. Esperé una respuesta luego de mi solemne entrada durante segundos, minutos, me parecieron años.

"Tonto" alguien escupió "Sin esperanzas"

No dije nada, estaba de acuerdo. Fui a sentarme, concluyendo con mi desfile con muchas miradas pesadas, las personas no podían alcanzar tal nivel de estupidez, era casi increible.

Nadie me habló, y yo viceversa. El profesor me complació dando una clase, la cual demandaba atención, o por defecto, silencio. Pero sin embargo podía escuchar los susurros de las imbéciles de mis compañeras, mi nombre brillaba en neón cuando se hablaban por los oidos. Al sonar el timbre sali sin problemas, todos me dejaban pasar primero como si fuere un minúsvalido. Me sentía un rey,

Morgan, mi novia, me encontró en el comedor minutos despues. No había hablado con ella despues del incidente, no es que me haya llamado, tampoco que yo hubiera querido hablar con ella, ni mucho menos creo válida su habilidad de mantener una conversacion inteligente y productiva,

Estaba realmente esperando que me recibiera con un beso, tirandose a mis brazos y sentada en mis piernas para que le contase de mi acción casi ficción que habia vivido anteriormente, pero no, en vez de eso recibí gritos.

"¡Estabas prendido en fuego!"

"Renací de mis cenizas, qué mas puedo decir?"

" ¡¿Donde has dejado tu sentido común?!

"En el sitio exacto donde dejaste tu respeto" le dije, situando mis manos en su pecho para luego subir su camisa un poco. "Estás enseñando más ultimamente, pequeña." Ella me respondió con una cachetada. Intente reirme pero no lo consideré correcto.

"¡Casi mueres! ¡Y... y Tu padre!" ella se estaba quedando sin aire, podía notar desde metros su desesperacion e incomprension. "¡¿Alguna vez maduraras?!

No.

No creo.

Reir fue lo más correcto y necesario.

Ella se fue, y comí solo, nadie me hizo compañía, me empecé a sentir mal. El resto de el día fue de lo mismo, ¿Cómo sobrevivió?, ¡Está loco al venir a clases luego de lo que pasó!. Dejé de responder despues de el doceavo comentario. Mi camino de regreso a mi casa no fue igual de exitante como pensé que lo sería. Al acercarme pude ver que estaba el comisario hablando con mi madre en la puerta. El auto quemado de papa estaba siendo dejado por una grúa justo en frente. Traté de ver por dentro, con la tonta idea de que quiza encontraría a papá dentro esperandome..

Habían muchas miradas molestas cerca de mi casa, me gustaba la atencíon pero yo conozco límites. Empecé a aplaudirles en la cara como moscas, tal como me iba acercando con varios gritos escandalosos intercalados, y para mi suerte, estos se iban alejando: tales plagas. Al finalmente llegar a la casa, mi madre sabía que estaba ahí.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 13, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

RejectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora