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—Un año.
Mi respiración paró por un micro segundo. Quise reír pero sabía que él iba muy en serio. Mi voz se había ido y recordé las palabras de mi madre «Grace, tú eres más fuerte que cualquiera»; esto no era ninguna clase de chiste, era mi trabajo, mi vida.
—No puede ser, no puedo alejarme tanto tiempo de mi familia, mis amigos y yo...—mordí mi labio en busca de excusas.
—No importa—me interrumpió—, tienes un trabajo. Mañana viajarás y buscarás a la persona que nos traicionó, quien incumplió las normas. ¿Entendido?
—¿No tienen datos? ¿Pistas? ¿No saben quién era?
—Si los tuviéramos no estarías aquí. De cualquier manera: esa persona fue olvidada, borrada.
Fruncí el ceño pero decidí no preguntar.
—Te esperamos mañana a primera hora—hizo un ademán pidiendo que me vaya.
Suspiré y salí de la oficina de mi jefe.
Primero explicaré que mi familia no es normal, son espías. Yo también lo soy. Mis padres y mi hermana cumplen con pequeñas misiones todos los días pero yo al ser una de las mejores me dan misiones más grandes y difíciles. La que me acaban de dar es la más importante de todas, por eso dura tanto tiempo.
—¿Cuál es tu misión de hoy?—preguntó mamá al verme salir.
—Hoy... no tengo misión. Mañana la tendré.
—¿Es importante?—dudó mi hermana Rose quien estaba al lado de mi padre.
—Lo es. Es un G-8.
Los G-8 son viajes en el tiempo. Esta empresa puede viajar para atrás o para adelante si necesita arreglar algo. Yo también debo arreglar una pequeña cosa. Este tipo de misiones son las más peligrosas.
Todos hicieron expresiones de sorpresa y mi mamá me abrazó.
—Será un año—dije al borde de las lágrimas.
—Es tu deber hija, te apoyamos. Estamos muy orgullosos de ti.
Mi papá me abrazó y mi hermana comenzó a llorar seguido de unirse al abrazo familiar.
Luego de eso fuimos a casa. Donde preguntaron más cosas sobre esta riesgosa tarea.
—Debo tener mucho cuidado con cualquier cosa que haga. Todo puede afectar el presente, sobre todo el mío.
—¿A que año viajarás?—preguntó Rose.
—Dijeron algo de 1900 o cerca—hice una mueca.
—Tenemos ropa que se usaba en esa época, la empacaré—avisó mi padre y yo asentí.
Llegó el otro día y yo cada vez me estresaba más. Repasé toda la noche lo que no debía olvidar para ir y como me debería comportar.
