046. Apolo: El Ex Novio.

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Ya se les estaba acabando.  

Cassandra nunca ha sido la joven dulce e inocente que su madre pretende. 

Siempre, por ejemplo, ha gustado del contacto físico con los dioses, ese contacto que la hace sentir tan bien y tan culpable a la vez, pero realmente nunca llegó a hacer algo realmente sexual... Hasta que aparecí yo.

(Antes de él, hubo besos y, quizá, cierto juego de seducción que nunca llegó a nada, tanto con dioses como con diosas... Pero para ella era un juego, una entretención que no esperaba llegar a más.)

Su madre tuvo que ir, algunos años, con Perséfone al Inframundo, a quedarse con ella. Si la memoria no me falla a mi, ni a Cass, fue por la década de los 40... Como por la fecha en la que Hades estaba con la madre de los Di Angelo. Fue por ese tiempo que me fijé en la semidiosa que vivía en el Olimpo.

Me acerqué por mera curiosidad, ¿Pueden culparme? Fue un reto, si soy honesto, Hermes me dijo que estaba seguro de que no me atrevía a ir a ver el secreto que Deméter tenía escondido en sus jardines. Ni siquiera sabía que había algo ahí, mucho menos alguien.

Mucho menos alguien como Cassandra.

(Otra Cassandra)

Me volvió loco. No hay palabras que expresen mejor lo que pasó, el dios de la poesía se volvió loco por Cassandra, la semidiosa del Olimpo. Al principio me fascinaba que fuese mortal pero, más aún, tenía una actitud, una belleza, una forma de mentir... Un hambre de poder, unas ganas de desesperarme al no dejarme tocarla...

¡Que no le ofrecí a Cassandra! Fue mi musa por años, pero ella jamás me dejó poner un dedo sobre ella. Todo siguió así hasta que, de un momento a otro, me enamoré de una mortal en la tierra.

O, bueno, no me enamoré... Algo así, fue más bien un intenso intento de olvidarla.

Cassandra moría de celos, ella misma me lo confesó, al verse reemplazada

Y una noche me dejó visitarla.

La relación se estableció poco después, y Cassandra se volvió aún más fascinante para mí, y yo para ella. Consumimos el tiempo y el amor del otro cada segundo.

Su madre pasaba temporadas largas con Perséfone, y los años pasaron con  nosotros juntos.

Pero nada es eterno.

Deméter volvió al Olimpo, y eventualmente Perséfone volvió a su ritmo habitual de la primavera. El rumor de nuestra relación llegó pronto a los oídos de ambas, y pronto nos vimos forzados a terminar con todo.

Y, después, se fue a pasar un insípido verano al Campamento Mestizo. Eso la cambio por completo.

—¿Qué quieres?,— Murmuró ella, al verme y sentirme cada vez más cerca.

—Te extraño.

-o-

Granada | Fruta Prohibida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora