Tercer Estadio:

553 51 12
                                    




Tercer Estadio:

Capítulo 9/Nueve


Las puertas del lugar se abrieron con un chirrido que delató cuando tiempo llevaban cerradas y sin uso. La oscuridad reinaba dentro del lugar cuando el español dio un par de pasos adentrándose en aquella casa en donde recordaba haber tenido los días más felices y que con el tiempo se transformaron en situaciones no tan agradables.

Javier encendió la luz de la sala de estar y aunque ya se esperaba una escena como aquella, no estaba preparado para hacer frente a la realidad de lo que significaba un hogar vacío.

España ya no era su hogar. Nunca lo sintió como tal en todo el tiempo que estuvo allá, ni siquiera cuando gozó de la presencia de sus padres se sintió más cómodo y relajado. En algún punto de su vida, quizá en alguna de las veces que su corazón se detuvo o cuando despertó y no vio a nadie sino hasta tres semanas después cuando su madre se hizo un espacio en su ocupada agenda para ir a verle, fue cuando se dio cuenta de aquello.

Luego llegó el chantaje.

Si por un momento creyó que se sentía feliz de verla cuando entró a la habitación, toda alegría se acabó cuando mencionó el rumor que se había extendido como fuego por todo Toronto.

–Las personas dicen que estabas aburrido de tu matrimonio con Hanyu y que por eso me buscaste a mí, pero como fue él quien te dio el dinero para el buffet, no querías divorciarte de él. –Marina hizo una pausa y caminó lentamente hasta los pies de la cama donde se encontraba el español.

La mujer vestía una falda oscura ceñida al cuerpo, una camisa color perla que combinaba con sus tacones y un lindo abrigo de color gris.

No parecía ni remotamente feliz de ver al abogado despierto después de tantos meses separados y eso entristeció un poco al corazón del español, quien había esperado pacientemente por una visita de la mujer. Aun así, trato de enfocar su mente en lo que ella decía, pues parecía importante.

–Luego nuestro querido Yuzuru llegó a la fiesta de la compañía y nos vio besándonos. –continuó hablando Marina. –Entonces como no sabías que hacer, decidiste que deshacerte de él era la mejor opción. Todos creen que el accidente fue planeado, que querías deshacerte de él sin quedar mal frente a los socios y con las menores perdidas posibles.

–¿Qué? ¿Pero de qué rayos están hablando? Eso no es... –Comenzó a despotricar Javier sin saber que debía hacer, pero fue interrumpido por la persona frente a él a quien parecía importarle poco la grave situación.

–Hanyu sufrió heridas más graves que las tuyas. Sí, fuiste ingresado al hospital para una cirugía de emergencia y habías perdido mucha sangre, pero por lo menos tú llevabas cinturón de seguridad. Tu acompañante no, y hay testigos que dicen haberlos visto discutir en el auto.

Javier quiso preguntarle a Marina cómo se encontraba Yuzuru, que tan graves habían sido sus heridas y dónde se encontraba. Pero supuso que no era la mejor persona a quien podía preguntarle aquello.

–Sabes que yo no lo haría. –fue lo único que se le ocurrió al español responder.

La mujer suspiró y puso su bolso sobre la cama. Metió la mano en el bolso en busca de algo y continuó hablando.

–No vine aquí con la única intención de decirte esos tontos rumores Javier. Vine aquí para hacer un trato.

–¿Un trato?

–Bueno cariño, fuiste tú quien me enseñó que todo en esta vida es una negociación y que incluso la más obvia de las verdades puede cambiar por una decisión. Yo no haré ninguna declaración en tu contra. No diré que todos esos rumores son ciertos, si sabes como convencerme.

To the stars who listenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora