La vida no es para algunos perfecta, pero en mi caso si que lo es. Tengo veinte años, solo me faltan tres semestres para terminar la universidad y graduarme como Licenciada en Comunicación Social, pero lo he dejado para otro momento, en estos días estoy completamente dedicada a mi familia, a mi hija de cuatro meses y a mi marido. No todo es perfecto, pero cada vez que los veo, me emociono no puedo creer que tengo mi propia familia.
- Cristina – el sonido de su voz me sacas de mis pensamientos.
- Dime Sebastián – él me mira y me sonríe, de verdad, no puedo creerlo que él pueda hacer que en mi estomago salten maripositas solo con verlo.
Se acerca a mi con paso confiado con una camisa en la mano, la bebé mueve sus bracitos esperando que é la tome en sus brazos.
- Quiero que por favor me planches esta camisa – intercambiamos, el toma a la nena en brazos y yo me quedo con la camisa.
- Pero Sebas, esta nueva – la detallo, era blanca, lisa, sin bolsillos, sin detalles, pero costosa, era tan simple que me llamo la intencion de su insistencia en ponersela – no te preocupes, lo haré -.
Él vuelve a sonreírme antes de irse con la niña al cuarto, mientras yo sigo con la camisa en mis manos.
Me dispongo a planchar la camisa, mi cabeza aun gira en la llamada de mi suegra esta mañana, rara vez ella lo hacia pero nunca lo habia hecho como hoy, de manera cordial.
Sebastián sale del cuarto con la niña.
- Sabes? - le digo – tu madre llamó esta mañana- él en tono despreocupado dice.
- Y qué quería? -
Sonrió par a mis adentros, él sabe de sobra que su madre no me quiere con él.
- Ella quería que la acompañara a hacer unas cosas esta tarde -
Él besa a la niña en la cabeza extrañado y me dice.
- Esta bien Cristina, pero no me gusta que ella se comporte de esta manera contigo, no será nada buena cosa después, créeme -.
Yo, me volteo y llevo la camisa a una de las perchas del cuarto. Cuando salgo, nuestras miradas se cruzan con complicidad pero los dos sabemos que es imposible, la bebé esta aquí y por lo visto quiere jugar y no dormir aún. Ella se echa a reír sabiendo que es la culpable de que nosotros no podamos tener un rato a solas antes de que él se marche.
Ya todo esta listo para que él se vaya al trabajo, su almuerzo y su cambio de ropa que incluye la camisa nueva, él me sorprende tomándome por la cintura y dandome un beso en los labios, sabe menta, de verdad nunca me cansare de sus besos me mira fijamente, sabe lo que esta pasando en este preciso momento por mi cabeza y la sacude, vuelve a darle un beso a la niña y después me dice:
- No me esperes, llegare tarde -
Dando media vuelta se fue. El día paso normal sin ninguna eventualidad hasta que se hicieron las dos de la tarde y mi suegra me fue a buscar para que la acompañara a sus diligencias.
- Hola Carmela – saludé de manera normal.
- Hola Cristina – me miro como siempre de manera evaluadora – la niña no va con nosotras -.
La miré sorprendida, pero mi curiosidad pudo mas.
- Pero por qué? -.
- Vamos a hacer muchas cosas – se echó a reír de manera cínica, pero quise hacerle caso.
- Esta bien – suspiré - como tu quieras –
No quería echarlo a perder. Llevamos a la niña a casa de la hermana de mi suegra y nos dispusimos a hacer sus dichosas diligencias, las cuales consistían en comprarse y comprarme ropa.
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La Camisa
RomanceRelato corto donde Cristina una joven que cree que aún existe el amor para siempre, manipulada y engañada abre repentinamente los ojos hacía la verdad, que su mundo siempre fue de ilusiones. Nota: Los acontecimientos de este relato son de mi propia...