Magnus observó a Alec caminar hacia su cama, a salvo en casa y amado, y sintió que la última tensión se escapaba del cuerpo. Podía dormir otra vez, pensó. Había pasado mucho tiempo desde que dormían en su cama juntos, al mismo tiempo. Muchísimo tiempo. Rodó sus hombros, suspirando, y los ojos de Alec siguieron el movimiento.
"No estoy cansado", afirmó Alec, mintiendo claramente. "¿Estás cansado? ¿O quieres quedarte despierto?"
Oh. Había pasado tiempo desde algunas cosas.
Un tiempo muy largo.
Magnus se inclinó sobre la cama y mintió, con voz suave y encantada: "No estoy cansado"
Alec ya se inclinaba hacia él, su delgado cuerpo de guerrero se extendía sobre la cama y se curvaba hacia Magnus. Se encontraron a mitad de camino, con un beso suave como luna al principio. Magnus sonreía. La cálida boca de Alec se curvó, después de un momento, en una sonrisa de respuesta. La luz de la luna cambió a la luz de las estrellas, una sensación como puntos de brillo que llegan a la vida brillante a través del cuerpo de Magnus.
Magnus se separó a regañadientes de Alec para ayudarle a quitar su desgastada camiseta. Magnus dejó caer la camiseta al lado de la cama, y comenzó a sacar sus anillos de sus dedos.
"Oye", murmuró Alec, los ojos brillando en la poca luz, con voz ronca. "Déjalos puestos".
Había pasado demasiado tiempo.
"Está bien", susurró Magnus. "Cualquier cosa que quieras".
“¿Cualquiera?” preguntó Alec.
Magnus se acercó y acarició la runa angelical trazada contra la garganta de Alec, y sintió como tragaba bajo la ligera presión de los dedos de Magnus y el metal de sus anillos. Entonces le sujetó la nuca y lo atrajo hacia él para otro beso. Su mano libre se deslizó por el arco de la espalda de Alec, los anillos tartamudeaban a lo largo de su espina dorsal. Su palma se deslizó hasta sus omoplatos, mapeando el conocido y siempre maravilloso tramo de piel suave y cicatrices.
Alec rompió el beso con un grito ahogado, y apoyó la cabeza en el hombro de Magnus, colocando su rostro en el cuello de Magnus por un momento. Deslizó la bata por los hombros de Magnus, y cuando la seda se deslizó, besó la piel marrón desnuda. La presión de su boca era tierna y apasionada, cada movimiento de Alec siempre era tan sincero.
"Cualquiera" dijo Magnus, y lo decía con todo su corazón. "¿Qué deseas?"
"Todo" susurró Alec, "A ti".
"Todo y yo no son la misma cosa" murmuró Magnus.
"Pero ambas son para mi" dijo Alec.
Lo besó de nuevo, besó la mirada de asombro que Magnus sabía que estaba usando, todavía agarrado por sorpresa por Alec Lightwood, todavía preguntándose si podría ser para él. Ese beso fue tan profundo como el primero, que esta noche había sido suave. Mientras se besaban, Alec cayó de espaldas sobre las almohadas de seda y tiró de Magnus contra él.
Magnus acarició la runa en el costado del cuello de Alec, luego besó el hueco en la base de su garganta, y sintió el escalofrío recorrer el cuerpo de Alec bajo de él.
Entonces un grito rompió el aire.